La vida de Daniel Sancho (29 años) daba un giro de 180º el día en que confesó el macabro crimen de Edwin Arrieta (44 años). Una reconstrucción de los hechos con sumo detalle que culminó con su ingreso en la prisión de Koh Samui a la espera de un juicio por el que podría ser condenado a pena de muerte.
Así, el hijo de Daniel Sancho pasaba de disfrutar de una vida cómoda a estar recluido en en una de las cárceles más duras del mundo. El joven lleva 42 días interno en el módulo de enfermería de este centro penitenciario al que 'TardeAR' ha tenido acceso. Las primeras imágenes del interior gracias a las cuales podemos entender un poco más cómo es el día a día de Daniel en prisión.
Las condiciones de la prisión de Koh Samui son duras. El día de los reclusos comienza a las seis de la mañana cuando se despiertan con un silbato. Media hora después, abren las celdas, espacios en los que pueden llegar a acumularse más de 30 personas que descansan sobre unas finas colchonetas azules. En la puerta de cada una de ellas se observa una lista con la foto de cada recluso para facilitar el recuento.
Inmediatamente después, los reos ponen rumbo a las duchas para asearse. Todos al mismo tiempo, y a las 8.00 am se reúnen para entonar el himno nacional en el patio de la prisión.Todos llevan un uniforme azul, menos los presos en prisión preventiva como Daniel, que llevan pantalón y camiseta marrones. Además, los castigos son tan duro que algunos tienen que ir encadenados.
A las 8:30 horas comienza la hora del desayuno. Cuando llegan al comedor se encuentran con los platos, con arroz y caldo, ya servidos. Cada recluso se come lo que se encuentra en su sitio aunque es cierto que si cuentan con dinero pueden acceder a otro tipo de alimentación.
Los 700 internos están sometidos a un estricto control de drogas. Los funcionarios registran las taquillas, la ropa de cama y hasta el último rincón de cada celda a diario en busca de algún objeto prohibido.
Otro de los rincones que cuenta con un gran interés es la zona en la que Daniel Sancho se reúne a diario con su madre, Silvia Bronchalo. Se trata de un amplio espacio sin ningún tipo de privacidad. Una sala con 20 cabinas separadas por un cristal. A las 21.00 horas las luces se apagan y tras el último recuento todos los presos se van a dormir.
Férreo horario, trato precario y privilegios a cambio de dinero
Los cientos de internos hacen frente a un total de 4 recuentos que se dividen a lo largo del día. La comida, que se sirve pasadas las 11.00 horas, es una de las cosas que despierta más disgusto entre los presos ya que por lo general está compuesta por arroz y huesos de pollo o algún tipo de guiso. Pueden pedir más comida, pero tiene un sobrecoste de 120 baht (3,14 euros).
Podrán hacer ejercicio (con pesas hechas con bloques de cemento) y regresar a las duchas. De tres a cuatro de la tarde, disponen de una hora de tiempo libre que Daniel suele aprovechar para leer. En esa franja se sirve la cena, una que también puede tener sobrecoste. A las 16:00 horas, los reclusos deben volver a sus celdas. Desde las 17:00 a las 21:00 horas tienen acceso a la televisión local. Pueden ver diferentes programas tailandeses, siempre controlados y supervisados por el personal de la prisión.
A partir de las nueve de la noche esta prisión de máxima seguridad tiene que volverse completamente silenciosa.