Podemos pensar que Mireia Belmonte está flotando en una nube, sin embargo, el resultado de estos Juegos Olímpicos han sido fruto del duro trabajo durante todo el año. La medallista está feliz. Y tras regresar de Río de Janeiro de donde ha regresado con el oro en sus manos, está saboreando el triunfo con tranquilidad. Si alguien le da la serenidad que necesita es su gente más cercana, por eso aprovechó su estancia en Madrid para quedar a comer con un grupo de amigas.
La noche anterior Mireia acudió como invitada al programa de Pablo Motos, El Hormiguero, donde abrió su corazoncito y contó su experiencia en estas Olimpiadas. Antes de regresar a Barcelona, la nadadora aparecía en el restaurante Tatel, donde había quedado con sus amigas. Con un ajustado pantalón vaquero, deportivas y camiseta de tirante en azul marino, dejaba entrever su bien formada silueta de deportista de élite.
Con el teléfono móvil en la mano, y con una interminable sonrisa en su rostro, la vimos a la salida del restaurante, ubicado en el céntrico Paseo de la Castellana, y que se caracteriza por su comida ecológica. Esto demuestra que Mireia cuida su cuerpo y su alimentación. Y con una amplia carta de pastas, carnes y pescados. Ella misma ha confesado que está orgullosa de su cuerpo. Y no es para menos. A la vista está. Dedicada al deporte, ha confesado también que le gustaría trabajar para una firma de moda. Desde luego que dotes no le faltan.
La nadadora tras despedirse de sus amigas, se dirigió al aeropuerto de Barajas para poner rumbo a Barcelona, donde disfrutará de su familia y seguirá poniéndose a punto para la próxima competición.