Llevábamos todos casi dos horas de concierto vibrante y lleno de nostalgia. Eran pasadas las doce de la noche y todos estábamos esperando EL DÚO en mayúsculas de la noche. Bustamante acaba de cantar uno de los temas fuertes junto a Àlex Casademunt, 'Dos hombre y un destino', y decía: "Ahora viene un tema y una pareja que no necesita presentación... Están escondidos...". Y se cayó el Palau Sant Jordi de Barcelona. La histeria se apoderó de los fans cuando vieron salir a Chenoa y a David Bisbal para interpretar quince años después la canción con la que empezó todo, 'Escondidos'. Sus cuerpos y sus voces en perfecta armonía, como si se hubiera detenido el tiempo en aquel 2001 y no hubiera habido todas aquellas lágrimas de Chenoa en chandal, años después.
Nos hicieron tener fe durante unos minutos de que todo podría acabar como en los cuentos de hadas. Como en las películas románticas protagonizadas por Drew Barrymore, aún sabiendo que Rosanna Zanetti observaba desde el palco VIP cada gesto, cada acción que pasaba dentro del escenario. Ver a Chenoa y Bisbal cantando de nuevo juntos para muchos fue algo catártico. Ojos cerrados. Voces viniéndose arriba en el estribillo. Caras extasiadas al ver cómo se tocaban, se abrazaban con sus cuerpos y sus voces. Pero aquella magia acabó de la forma más agridulce. Tras la canción, Bisbal pronunció: "Chenoa... Laura... sabes que te tengo mucho cariño...". Se nos aceleró el corazón y veíamos el brillo en los ojos de Chenoa. ¿Habría esperanza? No, no la hubo. Cuando la expareja se fundió en un abrazo, Chenoa fue a buscar la mejilla de David para darle dos besos... ¡Y él se apartó! David Bisbal le hizo la cobra. Un quiebro que rápidamente generó un enorme caudal de comentarios borrando todo lo que había pasado antes esa noche.
Y, recordad, Rosanna viéndolo todo desde las gradas.
La cara entre el estupor y el sueño roto de Chenoa, de milésimas de segundo y muy sutil, quedaba congelado en nuestra retinas y en nuestros televisores. Nos dejaba helados. Se acaba nuestra fantasía con un mínimo gesto. Un movimiento a favor de Chenoa recorría las redes sociales: "Todos somos Chenoa", decían. Pero la verdad es que todos nos habíamos montado una película. Bonita. Pero una película, al fin y al cabo. David Bisbal es muy feliz con Rosanna y, al final de la velada, se irían juntos a casa a seguir con sus vidas. Igual que Chenoa, que brilló sobre todos sus compañeros y, evidentemente, ella sola se da sentido a sí misma, personal y profesionalmente. Pero, en fin, fue (muy, muy) bonito mientras duro, ¿no?