La tensión siempre termina pasando factura. Anabel Pantoja trataba de mostrarse lo más relajada posible ante las muchas informaciones que circulan sobre Omar Montes, el nuevo 'amigo' de Isa Pantoja. Una calma que no pudo mantener tras la intervención de Kiko Hernández. El colaborador, muy duro con Isabel Pantoja, consiguió sacar de quicio a Anabel hasta tal punto que no dudó en abandonar Sálvame en directo...
“No me apetece hablar con este señor”. Anabel Pantoja, fuera de sí, evitaba el contacto visual con Kiko Hernández. ¿Qué había pasado? Cualquiera que se conectase a Sálvame en ese preciso instante no entendería nada. La sobrina de Isabel Pantoja, ni corta ni perezosa, había decidido salir del plató muy alterada. “Creo que se ha pasado un huevo”, aseguraba. “Que me respete”. Demasiados frentes abiertos para que la pobre Anabel pueda llevarlos todos.
Unas delicadas informaciones habían llegado hasta la redacción de Sálvame acerca de Omar, el nuevo amigo/novio/lo que sea de Isa Pantoja. Tan solo Kiko Hernández había podido echarles un vistazo y, por su cara, el asunto venía fuerte. “Si yo fuera la madre de Isa Pantoja...”, comenzaba el colaborador. “Isabel, tú que eres madre, podrías llamar al director de este programa y decir 'qué es lo que tenéis ahí, con quién sale mi hija'”. La tensión iba en aumento.
Kiko no podía entender como la familia de Isa Pantoja no hacía nada al respecto. “Yo, sin ser padre, podría pensar que es lo mínimo que puede hacer una persona. Pero ahora que soy padre... ¡Estás loca si no llamas aquí y preguntas!”. Anabel explotaba en directo y se encaraba con Kiko. “No me gusta cómo lo ha expresado. Me voy a salir del plató y cuando se calme, entro”. La voz se le cortaba al pensar lo que habían dicho de su tía.
“¡Ya está bien! Tú eres padre y nadie te ha juzgado, ¡deja de juzgar a mi tía! Por favor, te lo pido”. La sobrinísima no podía ocultar el enorme dolor que le habían provocado las palabras de Kiko. “Su madre esta muy pendiente de ella, pero si decide tener una amistad con este chico... ¡Me duele que digas que mi tía está loca!”. Lejos de recular, Kiko tenía muy claro que lo había hecho bien. Incluso que se había quedado corto tras haber visto el material de que disponía el programa.
Finalmente, era Carlota la que ponía un poco de paz y se quedaba a solas con Anabel para tranquilizarla.