Tras el homenaje en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Mario Vargas Llosa (86 años) ponía rumbo a Málaga para presidir la inauguración de la II edición del Festival Literario de América y Europa 'Escribidores' que convertirá Andalucía en epicentro de la literatura del 22 al 25 de febrero. Un acto que le hace especial ilusión y seguro que le traerá buenos recuerdos, y es que hace un año era Isabel Preysler quien le acompañaba. Esta vez, ha sido su hijo Álvaro quien se ha unido a él y ha actuador de férreo defensor de cara a las cámaras y a las preguntas incómodas de la prensa.
Aunque las preguntas de la reportera estaban dirigidas en todo momento al Premio Nobel, el escritor guardaba silencio al escuchar el nombre de Isabel Preysler (72 años). Era Álvaro Vargas Llosa (50 años) quien tomaba la palabra y, con cierta tensión, advertía que no tenían tiempo de atender a nadie y que todo lo relativo a la madre de Tamara Falcó "no nos interesa nada". "No tenemos el menor interés", zanjaba visiblemente molesto dando carpetazo a lo que para ellos ya es una historia pasada.
De mejor humor estaba Mario Vargas Llosa. El escritor bromeaba con su buen estado físico a pesar de que el próximo mes de marzo cumplirá 87 años. Eso sí, su rostro cambiaba de manera radical cuando se le ha preguntado por la supuesta reconciliación con Patricia Llosa. ¡Dale al PLAY y no te pierdas todas las declaraciones y reacciones de padre e hijo!
La sobreprotección de Álvaro y Morgana a Mario Vargas Llosa
Los actos hablan por sí solos, y la sobreprotección de sus hijos es, cuanto menos, llamativa teniendo en cuenta que Mario Vargas Llosa se ha paseado durante ocho años por las alfombras rojas más populares de nuestro país. Desde que el escritor rompiera su relación con Isabel Preysler el pasado mes de diciembre, el objetivo principal de sus hijos, concretamente Álvaro y Morgana, ha sido alejarle del foco mediático porque tienen miedo a que esa faceta corazonera pueda afectar a su prestigio como escritor.
Además, aunque Mario puede presumir de buen estado físico, sus hijos son conscientes de su avanzada edad, y quieren que el escritor recupere esa calma rodeado de libros de la que gozaba antes de iniciar su romance con Isabel. El deseo de Álvaro, Morgana y Gonzalo es que sus padres vuelvan a retomar su relación y puedan disfrutar de esta última etapa de su vida como la familia unida que siempre han sido y que se vio interrumpida por la llegada a sus vidas de la socialité. Por lo pronto, el Premio Nobel está instalado en Madrid y parece que no entra en sus planes mudarse a ningún otro lugar.