Alejandro Sanz, de tocar en clubes de alterne a vender millones de discos

¿Sabéis cuando hablan de golpes de suerte? Los comienzos de Alejandro Sanz se podrían contar encadenando uno con otro. Fue un golpe de suerte que el día que iba a apuntarse a la academia de kárate estuviera cerrada, pero sí pudo apuntarse a clases de guitarra. Fue una suerte también que escribiendo canciones para otra artista, alguien se fijara en él y dijera, “no, esas las vas a grabar tú”. Así empezó a sonar en todas las radios aquello de “ya me cansé de vivir, improvisando para ti…” y el resto, como el que dice, es historia. Alejandro Sanz se convirtió en el cantante pop más reconocido y más vendido. Y pensar que ese muchacho madrileño (al que se le atribuye ser del sur) empezó cantando y tocando la guitarra en clubes de alterne mientras las chicas bailaban “la danza de Sherezade”…

Mucho ha cambiado Alejandro, pero su esencia parece seguir intacta. Puede que eso se lo deba a cómo lo criaron sus padres, con una madre a la que no le gustaba ir en taxi “porque era muy caro”, y se ponía nerviosa cada vez que lo veía actuar, “por si le salía algún gallito”. Su madre, que dice que era medio bruja, se quedó sin verlo casarse por segunda vez. La muerte la sorprendió cuando la pobre ya tenía comprado el vestido y hasta los complementos, entre ellos, una peineta, porque se imaginaba que, aunque le habían dicho que iban a bautizar a su nieto, además se iba a celebrar el enlace entre Alejando y Raquel.

Y si su madre ha sido una figura clave para él, no menos lo ha sido Paco de Lucía. De él dice que estuvo enamorado de su forma de tocar la guitarra. “Me parecían maravillosos hasta sus fallos. La forma de tocar de Paco es el mayor de los amores que yo he vivido”. Se queja de que en su despedida, el guitarrista no fuera puesto en el Teatro Real, puesto que es uno de los mayores genios de la música.

Sobre su mayor éxito, el disco Más, del que se vendieron 6 millones de copias, dice que se lo trabajó a conciencia. Llegó a encerrarse en su dormitorio, y no salía ni para comer. Todo se lo llevaban a la habitación, donde componía sin parar y limaba cada tema para que quedara perfecto. El resultado fue el trabajo discográfico que más ha vendido. “No hay ningún disco que haya vendido tanto ni lo va a haber”.