La novia vestía una creación de Jorge Acuña, discreta y elegantísima, como es ella. Alejandra Romero pasaba por el altar con el amor de su vida, Pedro Armas y sellaban sus votos en una ceremonia religiosa el pasado 21 de abril. La duquesa de Suárez, que heredó el título de su abuelo, el ex presidente de Gobierno, vivió el día más feliz de su vida rodeada de los suyos, pero con notables ausencias.
La boda, tanto la ceremonia como la posterior celebración, tuvo lugar en el Club Puerta de Hierro, en Madrid, en un sábado que amaneció gris y algo más fresco que los últimos días en la capital. Perfecto para la creación que Acuña había diseñado para su amiga, con manga larga y cuello cerrado. Dado lo celosa que es de su vida privada, el lugar escogido para dar el ‘sí, quiero’ era idal para la novia puesto que se trata de un recinto ‘fortificado’, en el que resulta muy fácil mantenerse alejado de las miradas de la prensa; de hecho, las únicas instantáneas que se pudieron tomar fueron de la novia, fueron en el interior del coche, llagando a su boda.
Con un perfil público bajísimo, Alejandra recibió el título de duquesa en 2014, cuando falleció su abuelo. Lo que desató una guerra con su tío Alfonso. Hasta entonces, había pasado desapercibida y es lo que ha querido seguir haciendo a pesar de su reciente popularidad. A sus 27 años, Romero trabaja como abogada en un bufete internacional. Ella y su ya marido estudiaron juntos Derecho, además de pasar los años de colegio en el mismo centro.