A lo largo de toda la trayectoria de ‘Mi casa es la tuya’, Bertín Osborne ha entrevistado a algunos de los personajes más importantes del panorama nacional. El último en mostrar su lado más cercano y compartir sofá con el presentador ha sido el político Albert Rivera. Durante la hora larga que dura el programa, Albert dejó ver su lado más sincero, cercano y sencillo narrando algunos de los momentos más íntimos y personales de su vida.
Orgulloso de haberse criado en el barrio de la Barceloneta, habló sobre los orígenes humildes de sus padres, trabajadores de clase media que “con más de sesenta años se quedaron en el paro” a consecuencia de la crisis económica. También tuvo tiempo para recordar a dos de sus tíos, que murieron cuando él era muy joven. “Mi tío Alberto murió de SIDA, de los primeros casos de España y mi tío Miguel entró en el mundo de las drogas y no pudo superarlo. La Barceloneta es un barrio muy familiar, pero empezó la época de la heroína…”, explicaba.
Temas dramáticos aparte, el líder de Ciudadanos no tuvo reparos en admitir que le fue muy fácil convertirse en el presidente de su partido. Un puesto que, aunque le gusta, también le ha quitado parte de su privacidad, “la parte pública es la que más cuesta. Los medios dan bastante cera”, reconoció.
Precisamente, por su profesión ha tenido que hacer frente a momentos muy duros y amenazas. “Dejaron una vez un paquete con una bala sin percutar con una foto mía diciendo que si no abandonaba Barcelona me iban a matar. Se descubrió que eran de Esquerra Republicana y me indemnizaron con 3.000 euros”, confesó lleno de entereza.
A pesar de los momentos duros, Albert Rivera tiene claro que la política es lo suyo. Su chica, Beatriz, con quien lleva viviendo dos años, se ha convertido en uno de sus mejores apoyos, al igual que su hija, Daniela, de seis años. La niña vive con su madre en Barcelona, con quien además se lleva muy bien. La distancia no impide al político estar cerca de ella, habla todas las noches con ella por ‘FaceTime’ y el fin de semana que está con ella sus compañeros saben “que no deben ponerme ningún acto”.