Era una de las apariciones públicas más esperadas. Agatha Ruiz de la Prada se convertía en la primera diseñadora en pisar el plató de El Hormiguero y lo hacía para hablar de su situación profesional, pero también de la personal. Desde su divorcio del periodista Pedro J. Ramírez, la diseñadora prácticamente no ha querido hacer declaraciones al respecto. Ahora, un año después, vuelve con más fuerza que nunca...
“Ahora estoy más libre y hago cosas”. Así de optimista aparecía Agatha Ruiz de la Prada en El Hormiguero. La diseñadora más colorista y arriesgada de nuestro panorama nacional acudía al plató de Pablo Motos con una sonrisa de oreja a oreja y una nueva figura, visiblemente más delgada. El sorpresivo divorcio del que fue su marido, el periodista Pedro J. Ramírez, le pasó factura también a nivel físico.
“Ahora todo me divierte”, reconocía la diseñadora. “Ha sido un año muy emocionante. Primero fue desagradable, pero me di cuenta que todo era muy bestia y yo no quería quedarme colgada como mi tía Carmen, que se quedó colgada treinta años tras su divorcio”. Agatha ha renacido. Es una nueva mujer, mucho más próxima a aquel espíritu libre y rebelde que tanto sorprendió cuando comenzó a diseñar y triunfar. “Estoy más natural. Salgo todas las noches”.
La diseñadora ya había narrado en alguna otra ocasión la forma en que se enteró de que su matrimonio había terminado. Fue durante el desayuno, después de que el que era su marido se lo trajese a la cama. “Yo me quedé flipada, pero no dije nada. Desayuné y ya está. Estaba en shock. Luego me fui y comí con él en la cocina”. Agatha se quedó tan sorprendida como todos los demás. ¿Quién hubiese imaginado que terminaría una de las parejas más icónicas de los últimos tiempos?
Agatha también aprovechó el paso por el programa para hablar de la que fue su boda, tres meses antes de divorciarse. “Yo le quiero preguntar a él para qué nos casamos para divorciarnos”, explicó. “Pero como no le hablo...”. La diseñadora narró que no tenía muchas ganas de casarse, pues sus padres ya estaba divorciados, pero lo hizo. “Y a los tres meses y un día me dijo que se quería separar mientras me servía el desayuno”.
Como no, Agatha también dio muestra de su enorme sentido del humor, reconociendo que, entre sus tareas pendientes, está la de diseñar su propia tumba. Con un enorme corazón y mucho colorido. ¡Qué grande!