Acaba de fallecer a los 83 años Bert Stern, el fotógrafo responsable de una de las sesiones más famosas de todos los tiempos: el último posado de Marylin.
Stern trabajaba en 1962 como fotógrafo para la edición americana de ‘Vogue’ y se percató de un imperdonable olvido: la estrella más rutilante del momento, Marilyn Monroe, jamás había aparecido en la publicación. Se propuso enmendarlo.
Stern alquiló una habitación en el hotel Bel-Air de Los Angeles, la equipó como un estudio fotográfico y durante tres días fotografió cada poro de la diosa rubio platino en sesiones de doce horas que acababan al amanecer.
Aquellas 2.571 imágenes son la sesión fotográfica más íntima a la que se ha sometido una estrella. Marilyn desnudó su alma y su cuerpo. “Yo nunca le pedí que posara desnuda, sino que una cosa llevó a la otra. Empezó a sacarse ropa y más ropa y más ropa”.
Aquellas imágenes, la fragilidad de la mirada de la bomba sexual, adquirieron una dimensión sobrecogedora seis semanas después, cuando era hallado sin vida el cuerpo de Marilyn, de 36 años de edad.
Stern decía que se enamoraba “con todo lo que fotografiaba”, fueran mujeres o productos que fotografiaba para anuncios. Por delante de su objetivo desfilaron Elizabeth Taylor, Audrey Hepburn, Sophia Loren o Brigitte Bardot.
Lolita
Pese a las restricciones de los 50 y 60, Stern logró arrancar destellos de sensualidad en sus retratos. Una de sus obras cumbre es la imagen del póster de la película ‘Lolita’. El estudio le había rogado que eludiera toda elusión erótica de la polémica película. El fotógrafo, sin embargo, hizo oídos sordos.
Mientras conducía a la sesión de fotos a la actriz Sue Lyons, que encarnaba a la Lolita del título, se percató de que tenía la foto perfecta allí mismo, dentro del coche, en el espejo retrovisor. Compró unas gafas de corazones en unos grandes almacenes y la piruleta hizo el resto.