Tan solo 19 días después de que Carlos Goyanes muriera de manera repentina en su casa de Marbella, donde pasaba unos días de descanso, la tragedia vuelve a golpear con dureza a la familia Goyanes. Caritina, la mayor de las dos hijas que el malogrado empresario tuvo con su segunda esposa, Cari Lapique, ha muerto de un infarto. Tenía tan solo 46 años y era madre de un niño de 14 años y una niña de 11. Caritina sufrió un infarto igual que su padre. Ambos fallecieron en su casa familiar de Marbella, en Guadalmina.
La empresaria empezó a sentirse mal alrededor de las tres de la tarde y fue su marido, Antonio Matos, quien la llevó al hospital, donde ya nada pudieron hacer por ella. El dolor de la familia es inmenso, están en shock y no pueden creerlo sucedido. Caritina deja desolada a su madre y a su hermana pequeña, Carla, a la que estuvo siempre muy unida. La noticia de la muerte de su hija mayor –que llegó un día después de la muerte, también de un infarto, de Tito Goyanes, tío de Caritina–, cogió a su madre, Cari Lapique, lejos de ella.
La viuda de Carlos Goyanes, abatida aún por la repentina e inesperada muerte de su marido, se había ido a pasar unos días a Mallorca para intentar afrontar este difícil momento junto a su hermana Miriam, que como ella quedó viuda de Alfonso Cortina hace cuatro años. Cari regresó inmediatamente a Marbella para estar al lado de su otra hija, Carla, y de sus nietos, dos niños que fueron siempre la pasión de Caritina. La empresaria fue des- pedida el martes 27 en la intimidad por toda la familia en el tanatorio de San Pedro de Alcántara, en Marbella, donde también dijeron adiós este verano a Carlos Goyanes.
Una época de ansiedad
Por encima de todo, Caritina era mamá. Siempre se sintió orgullosa de ello y por sus dos hijos se desvivía. Emprendedora e inmensamente trabajadora, Caritina fue una mujer que supo hacerse a sí misma. Estudió Derecho y durante un tiempo trabajó en un despacho importante, pero pronto se dio cuenta de que no era feliz. “A mí me gusta moverme: inventar una receta, ver manteles, vajillas, decorar una mesa”, dijo recientemente. Hablaba de otra de sus grandes pasiones, la cocina, a la que decidió un día dedicar todos sus esfuerzos. Caritina creó la empresa de catering Six Sens, con la que llegó a servir algunos de los banquetes más exclusivos. Su trabajo y su familia eran su vida. Supo seguir siempre adelante con decisión, pero no siempre las cosas fueron fáciles para ella. Hace unos años, Caritina se sinceraba y hablaba de la dura etapa de ansiedad que vivió tras el nacimiento de su hija pequeña. La empresaria aseguró que no podía evitar sentir miedo de todo.
“No me atrevía a ir a El Corte Inglés por si ponían una bomba, ir a un cine por si un loco entraba con una escopeta... No les dejaba a mis padres a los niños por si se perdían... Aparentemente tenía todo, pero había algo que me generaba inseguridad. Hablaba mal a mi marido, a mis hijos, a los amigos”, explicó. Fue entonces cuando, tras fracasar con varias terapias, decidió hacer un retiro espiritual religioso en Emaús, un movimiento que realiza obras sociales. “Aprendí a ver la vida de otra manera”, aseguraba. La salud y el bienestar de sus hijos fue siempre la gran preocupación de Caritina, era su obsesión. El nacimiento del mayor fue el que la llevó a plantearse, como contó en su día en Lecturas, a seguir una dieta, la Dukan. El peso no había sido nunca hasta entonces una preocupación para la empresaria, que jamás sintió complejo por su aspecto. “Yo me he sentido bien y me he encontrado siempre monísima... cuando decidí de verdad que quería empezar a adelgazar fue cuando tuve a mi niño. Era verlo y pensar ¿y si me pasara algo por mi peso?”, contó en nuestras páginas.
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