Han pasado casi 30 años y ahora ha salido a la luz uno de los secretos inconfesables de la infanta Elena en su juventud. Ha sido la periodista Carmen Duerto, autora de la biografía de la hija mayor de los reyes eméritos, la que ha revelado en La Razón la adicción que la infanta ocultó durante varios a sus padres y a sus hermanos.
Y es que la infanta Elena era adicta a la teletienda y se compraba todo lo que le gustaba, sobre todo, productos adelgazantes. Era 1990 y la infanta tenía 27 años, y quizá se viera con algún kilito de más, de ahí la debilidad que la actual duquesa de Lugo tenía por ese tipo de productos.
Claro que encargar esos productos a su nombre y hacer que se los enviaran al palacio de la Zarzuela era algo impensable, por eso la infanta se buscó unos cómplices que la ayudaron a cumplir sus propósitos: los hermanos Álvaro y Ricky Fuster. Estos permitieron que la infanta diera el domicilio de su madre para que enviaran ahí los paquetes y luego ella iba a recogerlos. Toda una retorcida trama que, seguramente, le producirá enormes carcajadas a la infanta si ahora lo recuerda. ¡La de sufrimientos que tenía que padecer para perder unos kilitos y que en casa no se enteraran!
Lo cierto es que cuando se casó con Jaime de Marichalar, en 1995, Elena de Borbón lucía una silueta mucho más perfilada que en su adolescencia, figura que ya le ha acompañado hasta nuestros días. La infanta quizá ya no compre a través de la teletienda, pero sí sigue siendo una gran aficionada a las compras y, en especial, a las gangas. Le encanta ir de rebajas, algo que ha heredado su hija,Victoria Federica, y comprar en tiendas e hipermercados low cost.