"A mí plin, yo soy Ordóñez Dominguín". Con esta frase, Carmen Ordóñez –o Carmina, como también se la conocía– resumía su filosofía de vida. Siempre hizo lo que le dio la gana, eso sí, procurando no hacerle daño a nadie. Desgraciadamente, solo se hizo daño a sí misma. Vivió al límite y fue víctima de dos de sus más grandes adicciones: las benzodiazepinas (un hipnótico que solo se dispensa con receta y que ayuda a dormir) y el amor. Las pastillas acabaron con ella y amó y la amaron muchísimo. Al final, murió sola y fue la chica de servicio la que encontró su cadáver en la bañera a primera hora de la mañana.

Su muerte abrió los informativos

Carmen falleció el 23 de julio de 2004, con solo 49 años, oficialmente a causa de un infarto. La noticia de su muerte, por inesperada, causó una gran consternación en todo el país y abrió los informativos de aquel día. Carmen, Carmina, junto con Isabel Preysler, copaban las portadas de la prensa del corazón. Eran las dos reinas del papel couché y jamás decepcionaban cuando daban entrevistas o aparecían en un programa de televisión.

La hija del torero Antonio Ordóñez, al margen de dar en vida numerosas exclusivas, acabó ganándose una silla en el famoso 'Crónicas marcianas' de Xavier Sardà, y un sillón en el programa 'A tu lado', de Telecinco, que presentaba Emma García. En 'A tu lado', Carmen compartió plató con personajes como Kiko Hernández, Kiko Matamoros, Lydia Lozano, Maite Zaldívar, Felisuco o Aída Nízar, entre otros. Aquel 23 de julio era viernes y 'A tu lado' se emitió en su horario habitual, con un contenido muy distinto al previsto ya que todos, presentadora y colaboradores, embargados por la tristeza, se encargaron de compartir sus más sentidos recuerdos con 'la divina'.

Ahora que se cumplen dos décadas desde que Carmen Ordóñez nos dejó, hemos querido hacer un recopilatorio de lo que fue su vida. 20 imágenes que resumen 49 años de existencia. Carmen siempre tuvo un pálpito que, tristemente, se cumplió. Siempre decía que no llegaría a cumplir 50 años, pero no por no tener ganas de vivir, todo lo contrario, sino porque quería vivir a tope. Carmen era una mujer vital, generosa, muy simpática y amaba su libertad.