Kiwis ricos en fibra
La bella pulpa verde del kiwi, reflejo escondido de la enigmática flor en la que se forma la fruta, deleita cuando se prueba con su jugosidad y su delicada acidez. Por eso no es extraño que esta fruta originaria de China, hasta hace unos años poco conocida en esta parte del mundo, se cultive ya ampliamente en Galicia y otras zonas del país. Pero, además de su sabor, es posible que a su éxito haya contribuido también lo bien que sienta consumirla con regularidad. Llega en otoño, cuando su vitamina C (toda la que se precisa al día en un solo kiwi) más se necesita para reforzar las defensas, y su fibra (3,4%) ofrece una ayuda eficaz a quienes sufren estreñimiento. También aporta ácido fólico y vitamina E.
Anacardos protectores
Este sabroso fruto seco, originario de Brasil y muy cultivado en zonas tropicales de África y Asia, crece en su cáscara colgando de un fruto con forma de corazón al revés. De ahí su nombre: ana significa 'invertido' y cardium, 'corazón'. Una vez recogido, se calienta para eliminar la cáscara, que es irritante. Además de energía, los anacardos aportan abundantes proteínas vegetales (18%) y son el fruto seco más rico en triptófano. Entre sus grasas (47%) predomina el ácido oleico, de efecto cardioprotector. Una ración de 30
gramos (170 cal) cubre el 27% de las necesidades diarias de magnesio y el 10% de las de cinc, selenio y vitamina B1.
Dátiles que dan energía
Se dice que un beduino puede subsistir en el desierto tres días con un solo dátil: el primer día se come la piel, el segundo la carne y el tercero el hueso. Quizá a nuestros estómagos, habituados a la vorágine de la ciudad, les sabría a poco, pero no cabe duda de que los dátiles constituyen una gran fuente de energía y nutrientes. Son ricos en azúcares (65%), principalmente glucosa y fructosa, lo que los hace muy recomendables cuando se requiere realizar esfuerzos físicos o intelectuales, y aportan minerales como potasio, magnesio y hierro. Su fibra (9%) les confiere, por otro lado, un suave efecto laxante. A lo largo del otoño, además de los dátiles secos es posible encontrar en los mercados dátiles frescos cultivados en El Palmeral de Elche.
Espinacas, un tesoro
En tiempo frío la huerta ofrece muchas verduras de hoja verde, todas ellas ricas en ácido fólico. Unas de las campeonas son las espinacas: un manojito de 250 gramos cubre con creces las necesidades diarias. Esta vitamina, junto a su riqueza en hierro (4,1 mg/100 g), las convierte en buenas aliadas frente a la anemia. Además son ricas en otras vitaminas y minerales: en las vitaminas antioxidantes A, C y E, en otras del grupo B y en potasio, calcio y magnesio. Si se cuecen al dente, no solo se aprovechan mejor sus nutrientes sino que resultan mucho más sabrosas.
Tiempo de caquis, dulce delicia de otoño
La llegada de esta fruta es tan esperada cada otoño por quienes disfrutan de su pulpa dulce y melosa como por quienes tienen la posibilidad de contemplar el bello espectáculo que ofrece en el árbol. Las hojas caen pronto dejando al descubierto los caquis flameando en sus ramas desnudas como corazones. Su nombre, que proviene del japonés kaki, delata su origen asiático, aunque también se les conoce como palosantos. Aparte de agua (80%), contienen abundantes azúcares (16%). Cuando están en su punto su pulpa traslúcida y algo gelatinosa se deshace en la boca llenándola de dulzor, pero si no están del todo maduros sus taninos pueden dejar un regusto áspero. Se consideran astringentes y antioxidantes: un caqui (unos 150 gramos) aporta el 40% del betacaroteno o provitamina A que se precisa al día y el 20% de la vitamina C. Suelen comerse solos, a cucharadas, o con requesón y frutos secos.
El poder nutritivo de las lentejas castellanas
Cultivar legumbres beneficia al planeta: no solo permite obtener un alimento que supone una alternativa a la carne sino que incrementa la fertilidad del suelo. Las lentejas son la legumbre más cultivada en los campos de secano de Castilla-La Mancha y Castilla y León, donde se concentra la producción nacional. Entre ellas se encuentran las de la variedad rubia castellana, grandes, amarillentas y de excelente sabor, algunas protegidas con denominación de origen, como la de La Armuña. Las lentejas son una gran fuente de energía de absorción lenta, tanto por su aporte de hidratos de carbono (50%) y proteínas (23,5%), como por su fibra soluble (10%), que también ayuda a regular el colesterol. Además de hierro (6,9 mg/100 g), proporcionan fósforo, magnesio y vitaminas B1 y B6.