No solemos pensárnoslo demasiado: notamos un dolor, por leve que sea, y nos tomamos un analgésico. Se estima que así actúa de forma regular el 60% de los españoles. El problema es que, si la situación se repite a menudo, puede ser peor el remedio que la enfermedad: cada vez hacen falta más fármacos para calmar las molestias y estas se pueden volver crónicas. Pero tienes alternativas a los medicamentos.
Si es una molestia puntual
Gracias a la risa. Las carcajadas tienen efecto analgésico. Se ha demostrado que cuando reímos somos capaces de soportar mayor cantidad de dolor.
El poder de la música. Cuando escuchamos o generamos música mientras sentimos dolor, este se mitiga porque la mente se distrae de él con la otra acción. Así lo ha demostrado un estudio de la Universidad de Utah (EE. UU.).
'Despistar' al cerebro. En la misma línea, se sabe que al cerebro le cuesta interpretar dos señales externas a la vez. Así, si te pones a pensar en experiencias que te hayan hecho sentir bien, en proyectos que te ilusionen o en personas que te transmitan alegría, a tu mente le será más difícil interceptar las señales de dolor. Igual que si te pones a leer, te vas de compras...
Un baño terapéutico. Un buen baño, mejor si añades al agua algún aceite esencial relajante, ayuda a calmar la ansiedad y el estrés que pueden provocar que la percepción del dolor sea mayor.
Si el problema es crónico
La medicación, en estos casos, suele resultar imprescindible pero, de todas formas, adoptar buenos hábitos de vida puede hacer que se pueda, incluso, reducir la dosis. Entre esos buenos hábitos están:
Dormir bien. Investigadores noruegos han encontrado una relación estrecha entre el riesgo de fibromialgia (el principal síntoma de este trastorno es el dolor generalizado) y los problema de sueño. Por otro lado, el dolor crónico es más común entre quienes descansan mal de manera habitual.
Mantener el cuerpo activo. Si no haces ejercicio moderado de forma regular, los músculos, el aparato respiratorio, las articulaciones... se van debilitando y los dolores se perciben de forma más aguda. Por contra, con el entrenamiento se generan hormonas de la felicidad, las endorfinas, y eso hace que se noten menos o se sobrelleven mejor las molestias.
Una dieta sin excesos. Cuando se abusa de las proteínas animales, de los azúcares refinados y de las grasas se favorece, entre otras cosas, la inflamación de los tejidos. Eso incrementa la tendencia a sufrir dolor.
Un poco de jengibre
Este antiinflamatorio natural funciona en el organismo de forma muy similar a los analgésicos químicos. Una opción es tomar su corteza seca hervida, no sin antes consultar con tu médico.