Fallos de memoria
Si no sabes dónde dejas las cosas o no recuerdas detalles de lo que te explican, etc., el estrés puede estar afectando a tu hipocampo, la zona del cerebro que controla la memoria a corto plazo y que se ve perjudicada con niveles excesivos de cortisol (hormona del estrés).
Todo bien apuntado. Lleva una agenda y planifica tus actividades por la mañana, tal y como aconsejan profesores de Psicología de la Universidad de Harvard.
Encías que sangran
Cuando el estrés se hace crónico, el cuerpo segrega niveles altos de cortisol durante todo el día y eso, a la larga, perjudica al sistema inmunitario. Las bacterias aprovechan la bajada de defensas para proliferar en la boca, causando irritación e inflamación de encías.
Más actividad física. Esta oxigena tu cerebro, aumenta tus endorfinas (hormona de la felicidad) y, con ello, las emociones positivas y la función inmunológica.
Más acné y arrugas
La liberación extra de histamina que genera el estrés puede provocar urticaria o eccemas. Además, si tienes propensión al acné, la adrenalina del estrés lo acentuará: se segrega más grasa cutánea y hay más probabilidades de que los poros se obstruyan. También aparecen más arrugas y sequedad, ya que reduce la producción de colágeno y elastina, necesarios para la elasticidad.
Ríete mucho. Así alejas el estrés, incluso con una sonrisa forzada, según investigadores de la Universidad de Kansas (EE. UU.). Además, un ritual diario de belleza que incluya un masaje facial, por ejemplo, por la noche, puede relajarte antes de irte a dormir y tener un sueño más reparador.
Menstruación dolorosa
Este problema es 2,4 veces más frecuente entre las mujeres estresadas. Según un estudio de la Harvard School of Public Health (EE. UU.), el estrés provoca desarreglos hormonales, haciendo que aumenten unas sustancias químicas llamadas prostaglandinas, que son las que originan contracciones uterinas y calambres.
Simplificar la vida. Antiinflamatorios y relajantes musculares son solo una solución de emergencia, pero la manera de resolverlo es atacar las causas del estrés (en el recuadro te damos algunas claves).
Perder cabello en exceso
Puede deberse a múltiples causas, desde genéticas a falta de minerales, etc. Si en tu caso no hay una razón clara, búscala en el estrés, que puede causar una alopecia areata, trastorno autoinmune en el cual los glóbulos blancos atacan a los folículos pilosos. Un acontecimiento muy estresante (como la muerte de un familiar o un parto) puede provocar la pérdida de mucho cabello de golpe.
Frena la caída. Refuerza tu organismo con un suplemento de vitamina B, vitamina D, biotina y zinc, que frenará la caída.
Dolor de mandíbula
Un claro síntoma de tensión crónica es apretar los músculos de la mandíbula o rechinar los dientes cuando estás dormida.
Pon límites. Protege tus dientes con una férula de descarga. Y haz ejercicios como abrir la boca al máximo hasta sentir la tensión o inflar alternativamente los carrillos. Sirven para destensar la mandíbula. Y unas respiraciones profundas haciendo ruido al espirar, antes de dormir, conseguirán una relajación más profunda.
Migraña de fin de semana
Los dolores de cabeza están muy relacionados con el estrés crónico. Lo extraño es que los padecemos más cuando estamos descansando, en fin de semana o al iniciar vacaciones. Los neurólogos apuntan a tres motivos: el cambio brusco de una actividad frenética al reposo; romper el ritmo habitual de sueño, porque dormimos más horas; y la reducción del café. Conserva hábitos. No alteres tus hábitos ni horarios durante el fin de semana. No superes las dos tazas de café al día y no renuncies a ellas en vacaciones para no tener dolor de cabeza por abstinencia.
Mindfulness para un alivio rápido. Pon las palmas de las manos una frente a la otra dejando 10-20 cm de separación. Mueve en círculos una de ellas y luego sepárala un poco. Después, con la otra. Al notar una energía entre ambas manos, juega con ella: haz círculos más rápidos o más lentos y ve separando las manos unos centímetros más cada vez. Sitúa las manos sobre la zona que te moleste, a 20 cm de distancia. Haz círculos y sepáralas poco a poco del cuerpo. Sube las manos y sigue notando esa energía.
Claves para sobrellevar la ansiedad
Pon orden en tus cosas. Muchas veces el desorden que reina en casa o en la mesa de trabajo es un reflejo de cómo está nuestra mente. La acumulación y el desorden equivalen a agobio. Desprenderte de objetos que ya no te sirven y ordenar tus cosas te hará sentir más relajada.
Aprende a decir no. Las personas introvertidas e inseguras suelen aceptar más encargos y favores y luego les falta tiempo para sí mismas. “Decir no” no significa ser más antipática o menos eficiente y, desde luego, no te van a querer menos por ello. No perderás amigos por poner límites y priorizar tus propias necesidades.
Aumenta tu autoestima. Relativizar lo que te sucede, asumir que nadie es perfecto y que los errores son parte del aprendizaje te va a ayudar a no somatizar los problemas y a regular el estrés sin dañar tu salud. Tu valía personal no depende de hacer muchas cosas ni tampoco de ser la mejor en todo. Aprende a ser más comprensiva contigo misma.
Compartir en vez de competir. Las personalidades competitivas suelen padecer más estrés y más problemas de salud que las que no lo son. Disfruta de acciones colectivas, de actividades en las que unas tus fuerzas y entusiasmo con otras personas para marcar la diferencia. Socializar y compartir experiencias con los demás aumenta la alegría, que es el antídoto más poderoso contra el estrés.