Dicen los expertos que los propósitos de año nuevo no funcionan. A veces es porque son demasiado osados o difíciles de conseguir (como dejar de fumar), otros porque son poco realistas (ej.: tener más tiempo libre) y otros porque son demasiado genéricos (perder peso, por ejemplo).
Si no hay un plan de acción tras un propósito, a los pocos días se va diluyendo y cae en el olvido... hasta el próximo enero.
Los 3 propósitos que he puesto como ejemplo son míos y de miles de personas. Otros muy populares –que también me he hecho algún año– son ir al gimnasio o comer mejor, más sano y ligero. Pero nunca encuentro el momento para ir a apuntarme al gym (ya no te digo para ir 2 o 3 días por semana) y siempre se interpone en mi camino un chorizo, una torrija o una pizza, entre tantas otras cosas.
Así que, siguiendo el consejo de los expertos en psicología, este año en lugar de un propósito me he marcado un reto. Concreto y asumible. Y también delicioso. Y quería compartirlo contigo por si te apuntas. Por eso de que la unión hace la fuerza.
Mi reto es cenar verdura. Dicho así suena un pelín aburrido, pero te aseguro que no lo es. Ah, y no todas las recetas valen. Han de ser fáciles y rápidas. Y apetitosas. Que tienen que competir con los precocinados, los tuppers de mi madre y los delivery del móvil.
Como hay que ir paso a paso, de momento tengo el plan de cenas para la próxima semana. Lo he titulado "7 cenas para 7 noches", así lo hago un poco más peliculero.
¿Qué te parece? ¿Te apuntas al reto? Espero que sí.
Muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla.
El viernes que viene, más.
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