Rosa Peral vuelve a estar de actualidad. Ella sola se ha colocado en el centro del debate mediático y su nombre resuena con insistencia en todos los programas de radio, televisión, y acaparando titulares también en la prensa digital y en la de papel. La mujer, que cumplirá 40 años el próximo 24 de octubre, fue condenada a 25 años de prisión por el asesinato del que fuera su pareja sentimental en el 2017, Pedro Rodríguez. Un crimen por el que también fue condenado Albert López, a 20 años. Seguro que recuerdan el caso al que los medios de comunicación bautizamos como “El crimen de la Guardia Urbana”. Todos sus protagonistas eran policías municipales de Barcelona y la sentencia determinó que Rosa y Albert decidieron acabar con la vida de Pedro porque les molestaba para reiniciar una relación sentimental intermitente que habían empezado años atrás. ¿Qué ha pasado esta vez para que se siga hablando y mucho de Rosa Peral? La mujer ha aprovechado el gran éxito de la serie de Netflix ‘El cuerpo en llamas’, que protagoniza la actriz Úrsula Corberó, y del documental de la misma plataforma ‘Las cintas de Rosa’, para asegurar en distintas entrevistas desde prisión no solo que es inocente, sino que ha sido y es víctima de una sociedad machista que la condenó mucho antes del juicio.
Dos nuevas entrevistas
Esa “conjura” mediática en la que habría participado activamente el fiscal Félix Martín para señalar y condenar a Rosa Peral se pretende evidenciar en el documental ‘Las cintas de Rosa’, en el que la mujer aparece en videollamada desde prisión defendiendo su inocencia. Un trabajo que trata de denunciar que a la mujer se la condenó por las relaciones sexo afectivas que mantuvo a lo largo de su vida y que salieron a relucir en el juicio con insistencia y detalle. Rosa Peral ha aprovechado el tirón y ha concedido dos nuevas entrevistas, esta vez telefónicas, desde la prisión de Mas Enric, en Tarragona. Una al periodista Carlos Quilez, para el programa ‘Y Ahora Sonsoles’, de Antena 3, y otra al periodista Ricard Ustrell en el Matí de Catalunya Ràdio. En la segunda la mujer lamentaba que nadie estuviera pensando en el “daño irreparable” que se estaba haciendo a sus dos hijas. “Han pasado seis años y se sigue hablando de mí. Se me sigue juzgando. Se sigue diciendo que soy manipuladora, fría. Habla de mí gente que no me conoce. ¿Cuándo parará todo esto?”.
Es una buena pregunta la que hacía Rosa Peral en la entrevista a Ricard Ustrell en la radio pública catalana, y en la que se mostraba preocupada por las consecuencias que el debate podía tener en sus dos hijas, menores de edad. Y la respuesta la tiene ella. Es Rosa Peral la que coloca a las dos niñas nuevamente en el centro de un debate que ella genera y alimenta activamente desde prisión, porque vuelve a ser protagonista, el lugar en el que mejor se siente, multiplicando hasta el infinito un narcisismo que, encerrada, queda reducido a las dimensiones de las cuatro paredes de la cárcel. El claro ejemplo de esa voluntad de volver a ser noticia está en su decisión a participar en el documental ‘Las cintas de Rosa’, de la productora Brutalmedia.
Rosa Peral tiene todo el derecho a luchar por su inocencia, incluso con la condena de asesinato ratificada por el Tribunal Supremo. En esa estrategia de defender su inocencia se incluye el aceptar participar en ese documental y contribuir no solo con la entrevista, sino facilitando material familiar que se ha difundido por primera vez. Se trata de cintas y fotografías de Rosa Peral de pequeña, de joven y también cuando conoció a Rubén el padre de sus hijas, un mosso d’esquadra que trata, como puede, de mantenerse al margen de una exposición pública que nunca ha querido y de la que huye como puede. El hombre no solo se ha visto a sí mismo en el documental, sino que también aparecen sus hijas cuando nacieron, y en las semanas y días previos al crimen, fotografiadas con sus abuelos maternos y Pedro Rodríguez. Por tanto es ella, Rosa Peral, la que expone a sus hijas y vulnera el derecho a la intimidad de las menores y de su exmarido, facilitando imágenes de cuando se conocieron, empezaron a vivir juntos y fueron padres de las dos niñas. Un documental en el que la condenada por asesinato aprovecha para volver a señalar y malmeter contra la actual pareja de su exmarido, Antonia: “Lo que dijo Antonia, eso sí que es lo que a mí me ha metido en prisión”, dice Rosa Peral en el documental.
La carta de Antonia
Por primera vez en siete años, Antonia rompió su silencio en una carta que envió a los medios de comunicación. “Rosa da a entender de forma malintencionada que mi declaración como testigo es falsa, inventándome un relato para condenarla. Me ratifico nuevamente y al cien por cien en todas mis declaraciones”. La mujer, que durante siete años permaneció en silencio rechazando multitud de peticiones para hablar en medios de comunicación añade: “Deseo aclarar que Rosa y yo no nos llevábamos mal, tal y como ella explica. (...) Desde la desaparición de Pedro y hasta la detención de Rosa, le mostré mi máxima comprensión y afecto, llamándola constantemente”. Antonia explica que ha llegado a comer con los padres de Rosa Peral por el bien de las pequeñas. “No fue hasta después de mis declaraciones, en las que obviamente sale perjudicada, en sede judicial y con Rosa ya en prisión, en las que me convierto junto a Rubén en objetivo de su ira”, ha querido dejar claro. “Haciendo un esfuerzo puedo comprender que sus palabras van encaminadas a formar una estrategia de defensa de cara a la opinión pública, pero se ha equivocado utilizándome a mí como chivo expiatorio”.
Y es justamente eso que dice Antonia en su carta lo que está pretendiendo Rosa Peral hacer estos días con sus entrevistas, tratar de dar la vuelta a la opinión pública colocándose como víctima de una cruzada machista contra su persona. Y para ello utiliza todo lo que tiene a mano, su testimonio y el de su padre, pidiéndole no solo aparecer en el documental ‘Las cintas de Rosa’, sino concediendo una entrevista a la periodista Sonsoles Ónega en el plató de su programa en la que durante más de media hora, cuestionó la investigación de los Mossos d’Esquadra, el juicio, al fiscal, la presión mediática y aseguró no solo que su hija era inocente, sino que fue condenada “por ser una mujer libre que mantenía relaciones sexuales con quien quería”. En esa entrevista el padre se felicita de empezar a encontrar a periodistas y a personas que se le acercan para cuestionar y dudar “por fin” la responsabilidad de su hija en el crimen.
Esas apariciones en medios de comunicación de Rosa Peral, mediante entrevistas que no fueron solicitadas previamente a la dirección del centro penitenciario, le han costado una sanción por la que le han sido restringidas las comunicaciones con el exterior a sus familiares directos. Una sanción que incomprensiblemente se ha trasladado al otro condenado, Albert López, al que también se le han restringido las comunicaciones con el único argumento de que en su listado de diez teléfonos de confianza autorizados hay dos periodistas. Dos periodistas con los que Albert López no ha querido comunicar precisamente en las últimas semanas para evitar participar en el debate generado por la emisión de la serie y el documental, porque el hombre aspira a mantener su perfil de absoluta discreción.
Presos y prensa
Los presos tienen derecho a hablar con los medios de comunicación. Lo dejó claro una sentencia del Tribunal Constitucional de 2020 después de la denegación de la entrevista a un interno en Córdoba con eldiario.es. La decisión conculcó la libertad de expresión del preso, la libertad de información del periodista y el derecho de los ciudadanos a ser informados libremente. Y supuso una suerte de “censura previa” ante el temor alegado por la dirección de la prisión de que el preso criticase la situación en el interior de la cárcel. A raíz del caso, el Ministerio del Interior redactó una instrucción que regula las autorizaciones de entrevistas en las cárceles que hasta entonces no existía. Y determina los tres elementos que se ponderan como límite a ese derecho: la seguridad de la prisión, el proceso de reinserción del preso y los efectos en las víctimas del delito. Una instrucción que estudian elaborar también en la Generalitat, con competencias en materia de prisiones. Aunque al final, las instrucciones siempre tienen márgenes de interpretación por parte de los responsables de cada centro que deciden, en muchos casos por el impacto mediático de la situación, autorizar o no la entrevista.