El agónico secuestro de la heredera de los joyeros Bulgari

Mayka Navarro

Periodista especializada en sucesos y en ‘true crime’

Actualizado a 11 de octubre de 2023, 07:38

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Anna Bulgari Calissoni, descendiente de la dinastía de joyeros Bulgari, fue secuestrada un 19 de noviembre de 1983. En pocas semanas se cumplen 40 años de un rapto que la marcó de por vida. Desde aquel encierro de 36 días junto a su hijo Giorgio, que entonces tenía 17 años, la mujer se retiró de la vida social y pública, en la que llegó a ser una de sus exponentes y más elegantes protagonistas. Experta en gemas, nunca abandonó los negocios pero mantuvo una intensa actividad filantrópica que era la faceta que realmente la satisfacía. 

Datos a cuentagotas

Anna murió el 22 de mayo del 2020 a los 93 años. Odiaba aparecer en los medios de comunicación. Decía que bastantes titulares había acaparado durante su triste secuestro. A pesar de que han pasado cuatro décadas desde aquellos sucesos que conmocionaron Italia, la información que se ha difundido en los últimos tiempos se ha ido publicando a cuentagotas. No son pocos los que aseguran que ni está todo contado, ni se sabrán los detalles de lo que ocurrió aquellos días. El secuestro de la gran heredera de una de las dinastías de joyeros más importantes del mundo y de su hijo mantuvo a los italianos en vilo, pendientes durante 36 días larguísimos, de cualquier avance de una investigación que tropezó con la decisión firme de la familia de aceptar las condiciones de la banda y pagar. 

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Viajaron en un maletero

Los 80 fueron años en Italia de una frenética actividad delincuencial en la que, además de la mafia, diferentes organizaciones criminales protagonizaron secuestros de rehenes por los que se solicitaron rescates millonarios. Anna Bulgari poseía junto a su marido, el general Franco Calissoni, la finca Isoletta. Un oasis de ocho hectáreas en la Aprilia, muy cerca de Roma, en la región de Lacio. La familia estaba celebrando una fiesta en la casa, cuando aquel 19 de noviembre de 1983, tres hombres con pasamontañas y armados con rifles, irrumpieron en la casa. El marido se enfrentó a los secuestradores, pero nada pudo hacer para evitar que se llevaran por la fuerza a madre e hijo, a los que encerraron en el maletero del Fiat 132 en el que habían llegado a la propiedad. A consecuencia de las heridas, el general Franco Calissoni permaneció varios días hospitalizado en Roma. Su pronóstico era grave. No solo resultó herido por los secuestradores, sino que se dañó tras caer del árbol al que se subió para escapar desde una ventana de la casa, tras liberarse de las cuerdas de atar ovejas con las que le habían inmovilizado los captores antes de huir con los rehenes. 

Un grupo terrorista

Los secuestradores pertenecían al Movimiento Armado de Cerdeña, un grupo terrorista que aboga por la independencia política de Cerdeña. Tampoco fue excesivamente complicado señalarles. Los primeros días, la familia empezó a recibir infinidad de llamadas de oportunistas que intentaban sacar crédito económico a la desgracia. La policía había localizado el coche en el que huyeron los secuestradores con los rehenes y poco les sorprendió el hallazgo de restos de un pan muy característico que solo se hornea en Cerdeña. 

“Lo pasaron muy mal. Giorgio y su madre durmieron todas las noches a la intemperie. Les tenían encadenados, con tapones en los oídos para que no escucharan nada y con los ojos vendados para que tampoco pudieran ver”, publicó hace dos años el diario La República coincidiendo con la muerte de la mujer. Mientras madre e hijo eran maltratados por sus captores, la policía italiana y los Carabinieri trataban de dar con alguna pista que les condujera hasta las víctimas. 

La familia no lo puso fácil. Tenían experiencia en tratar con captores. Ocho años atrás fue secuestrado Gianni Bulgari, primo hermano de Anna, y uno de los dos hermanos propietarios de la joyería de Via Condotti de Roma y que estaba considerado como el hombre más elegante de Italia después de Gianni Agnelli. Y también de los más ricos. Nunca se supo cuánto se pagó por aquel rescate. 

La familia quiso negociar

Siguiendo el mismo patrón de actuación, los Bulgari dejaron claro que no confiaban en las autoridades, ni judiciales ni policiales, y optaron por abrir vías de comunicación con los secuestradores y pagar el botín para lograr la liberación lo antes posible. Y eso que los jueces, sospechando que los Bulgari querrían volver a pagar, bloquearon puntualmente las cuentas bancarias de la familia para dificultar las opciones de reunir el dinero que les solicitaban. 

En el Corriere della Sera relataron que fue Laura, una de las hijas de Anna, y abogada especializada en Derecho Internacional, la encargada de asumir las negociaciones con los secuestradores de su madre y su hermano. Toda la comunicación se realizó exclusivamente por teléfono, a través de unas líneas que lograron esquivar el control de la policía. Ella fue la encargada de autorizar el pago que los medios de la época cifraron en 4.000 millones de liras italianas, unos 400 millones de pesetas de entonces. 

Un mensaje sangriento

Pese a las facilidades que la familia ofreció a los secuestradores y su compromiso para pagar un rescate, los delincuentes se pusieron nerviosos. No entendían por qué se retrasaba tanta el pago y no creían las excusas que les daba Laura cuando les aseguraba que tenían las cuentas bloqueadas y no resultaba tan fácil reunir tanto dinero. Los captores temían que la demora no fuera más que una estrategia para ganar tiempo y que la policía pudiera avanzar en sus investigaciones y ubicar a los rehenes para liberarles. El tiempo jugaba en su contra. Y contra más tiempo transcurriera, más posibilidades tenían de ser descubiertos.
El 17 de diciembre expiraba el plazo para pagar. Pero el dinero no llegó y el nerviosismo se tradujo en un mensaje que los secuestradores quisieron hacer llegar a la familia para que tuviera claro que aquello no era un juego y que iban en serio. Esa misma tarde, llegó a la mansión de los Bulgari un paquete. Dentro estaba una oreja de Giorgio ensangrentada. Años después, el joven explicó que el secuestrador se hacía llamar Francesco y que aquella noche utilizó un cuchillo de cocina normal, de los que apenas cortan porque nunca están afilados. “Empezó a cortarme muy lentamente, pero no avanzaba. No podía continuar. Finalmente tuvo que arrancármela con las manos para desprenderla”. 

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En la caja también había un papel con un mensaje escrito en el que amenazaban con asesinar a los dos si “en el plazo previsto” no era entregada la cantidad de dinero exigida. El mensaje estaba acompañado de una fotografía en la que aparecían Anna y Giorgio con el rostro desencajado, encadenados por el cuello; la madre llevaba un pañuelo en la cabeza y el hijo estaba completamente ensangrentado por la amputación de la oreja. 

La prueba de vida provocó el efecto deseado en la familia Bulgari Calisonni. Sacaron dinero bajo las piedras y lograron reunir los millones que les exigían por la puesta en libertad de madre e hijo. El 21 de diciembre, Laura depositó dos bolsas de basura negra con los billetes, en uno punto acordado de la localidad de Sarzana. Tres días después, la víspera Navidad, Anna y Girogio fueron liberados a menos de un kilómetro de la finca familiar en la que habían sido secuestrados. El joven necesitó media decena de cirugías de reconstrucción en Estados Unidos. 

Jamás supero el trauma

“Perdí 10 años de mi vida, fue terrible”, diría Anna poco tiempo después. La justicia condenó a ocho hombres por el secuestro a más de 140 años de cárcel. El cautiverio supuso para la mujer un trauma del que nunca se recuperó y por el que terminó encerrada en su finca, voluntariamente alejada de todo y de todos. Allí, con sus más de 10.000 olivos, se dedicó al negocio del aceite de oliva. De raíces griegas, Anna Bulgari tampoco olvidó sus orígenes y solo salía de la finca para visitar Paramythia, la ciudad en la costa oeste de Grecia donde sus ancestros se iniciaron en el negocio de la joyería y a la que ella tenía especial cariño. Allí empezó el imperio. 

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Una firma legendaria

Filántropa dedicada, en marzo de 2019 la mujer se reunió con una delegación del municipio de Paramythia para discutir la conversión de la antigua escuela primaria, donada a la ciudad por su abuelo, en un centro de arte y cultura con un salón dedicado a la obra de su familia. 

La marca Bulgari fue fundada en Roma en 1884 por el platero griego Sotirios Voulgaris, y rápidamente destacó y alcanzó renombre y notoriedad por su artesanía y sus magníficas creaciones de joyería. Cuando los hijos de Sotirios se unieron al negocio, Bulgari comenzó a centrarse en las joyas de alta gama que convirtieron la marca en una de las más prestigiosas del mundo. Sophia Loren, Audrey Hepburn o Elizabeth Taylor apostaron por las piezas de Bulgari, convirtiéndose en las mejores embajadoras de la casa que en los setenta abrió tienda en París y Nueva York. En el 2011 la compañía de lujo francesa Louis Vuitton (LVMH) compró la casa. 

 

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