Letizia ha cerrado su viaje de cooperación afirmando que Senegal es un país de contrastes. También ella es una mujer de contrastes, una reina que nos sorprende con alguna aparición estelar –en ocasiones, demasiado estelar, incluso—y que, sin embargo, en estos días se ha mostrado comprometida con los diferentes proyectos que ha visitado y, sobre todo, con las mujeres africanas que luchan por salir adelante.
La reina Letizia heredó estos viajes de la reina Sofía y, en este segundo periplo ya ha corregido los errores del primero. Cuando en mayo de 2015 estuvo en Honduras y El Salvador no pudo evitar las críticas por un vestuario demasiado urbano cuando, no, excesivo, es decir fue overdressed. La forma no puede opacar el fondo y aquel viaje se recordará por su aparición con un vestido de cóctel en la cena que le ofreció el presidente del país, cuya esposa lucía un austero traje de chaqueta. Fue una pena, porque en aquel viaje, la Reina, puso esa determinación que tiene al servicio de las causas solidarias y cumplió con su objetivo de apoyar con su presencia proyectos que sirven para mejorar la vida de las personas.
En esta ocasión, algunos errores se han corregido. La Reina se ha alojado en un hotel de negocios de Dakar, una ciudad volcada al mar en cuya cornisa, miles de jóvenes senegaleses practican deporte al aire libre. Desde el balcón de su habitación, la Reina veía el mismo mar desde el que, a pocos kilómetros, en otro lugar de la costa, miles de senegaleses se embarcan en cayucos en busca de una vida mejor. El objetivo de la ayuda al desarrollo y de los proyectos de cooperación es precisamente evitar esa sangría de jóvenes y la tragedia de los que no llegan jamás a tierra.
La Reina, aunque ande con tacones por las calles de Dakar, ha pisado fuerte y ha mostrado su total apoyo, sobre todo, a las causas de las valerosas mujeres africanas. Ha estado en el sur del país asistiendo a la presentación de un programa de formación de agentes de salud para luchar contra la ablación. Un drama que afecta a millones de niñas africanas que sufren mutilación genital que, además de impedirles sentir placer con el sexo, les procura grandes sufrimientos cuando practican relaciones o paren a sus hijos. Letizia se quedó impresionada por el testimonio de una mujer que contó su experiencia y ahora se dedica a concienciar a la población para erradicar esa práctica. Letizia también es esa mujer que se conmueve con las historias de niños de la calle a los que otra ONG, financiada con dinero público y privado de España, les ofrece alojamiento y formación profesional para que puedan ganarse la vida.
La Reina ha hecho una maleta muy sencilla esta vez. El primer día en Dakar vistió de ejecutiva, con un traje de Hugo Boss gris y blusa de Carolina Herrera, para asistir a una reunión con representantes de la Agencia Española de Cooperación y diferentes ONG. En su encuentro con la primera dama Marième Faye y en la recepción en la embajada lució un vestido de verano, verde con adornos de encaje de Carolina Herrera. Al día siguiente, cuando se trasladó al sur del país para ver in situ los diferentes proyectos optó por un pantalón de loneta blanco y un blusón verde todo de Massimo Dutti y unos zapatos cerrados tipo Oxford y, el jueves, en su visita a un centro de acogida de menores optó por un pantalón gris, camisola blanca con lazos en las mangas y zapatos planos negros con topitos blancos. Solo le faltó adornarse con un collar de artesanía africana y hubiera completado un estilismo apropiado para la ocasión con el que ha conseguido lo más importante, que se hable del proyecto y no de su vestuario.