Unanimidad tras la muerte de María Pineda: todos recordaremos su sonrisa. Una de las veces que vino a ‘Hay una cosa que te quiero decir’ tuvimos que retrasar la grabación unos minutos porque le costaba respirar. Pidió perdón por no haber podido cumplir con el horario. Siempre pensaba más en los demás que en ella misma. Cuando se recuperó entró en el plató con esa sonrisa de la que tanto estamos hablando estos días y estuvo maravillosa. Optimista, divertida, con ganas de vivir. Lo que le sucedía era duro pero jamás la vi quejarse. Varios miembros de su familia habían muerto ya por culpa del cáncer pero al menos en público no demostraba que el destino de sus seres queridos pareciera amedrentarle. Siempre estaba preparada para probar tratamientos alternativos, para prestarse a terapias nuevas. En definitiva, para seguir viviendo.
Venía periódicamente a ‘Sálvame’ y verla era como reencontrarse con una amiga que vive en provincias y aprovecha para volver a Madrid a revivir pasajes de su primera juventud. En Madrid salía con amigos, la invitaban a fiestas, iba de cenas. La recuerdo en Caripén, siempre sonriente. Y preguntándote qué tal te iba la vida en vez de recrearse en los aspectos más tristes de su enfermedad. Jamás pensé que cuando nos despedíamos fuera alguna vez para siempre. Uno de sus últimos tuits decía: “Ojalá nos espere una bella primavera”. Ahora mismo, recién nos hemos enterado que te has ido, la primavera de todos los que te conocimos es un poco triste.