“Me llamo Rocío Crusset, soy de Sevilla, llevo viviendo en Sevilla desde los 17 años y soy modelo profesional”. Así se presentó la hija de Mariló Montero y Carlos Herrera a la audiencia de ‘Viajeros Cuatro’, a quienes mostró el interior de su piso en Nueva York, donde vive por motivos de trabajo.
La joven, que ha aprendido a tener la maleta siempre hecha y el pasaporte a punto por sus trabajos de modelo, comparte un coqueto apartamento en uno de los barrios más exclusivos y con más encanto de todo Manhattan. Ella y su compañera de piso, también modelo, están instaladas en Chelsea porque, aseguran, les encanta el ambiente “acogedor” que se respira en sus calles. Al estar en pleno centro y no en un barrio periférico, el alquiler del piso es, por tanto, desorbitado. Por su vivienda, Rocío y su compañera pagan algo más de 5 000 dólares, unos 4 300 euros al cambio. Pero no se quejan, saben que vivir en la ‘city’ es carísimo y ellas, al menos, están satisfechas con este nidito minimalista.
La hija de los dos periodistas descubrió pronto que, si quería triunfar en la moda como ahora lo está haciendo, debía dejar a su familia en España y marcharse fuera. Le costó horrores y le sigue costando. Cada visita a su tierra le provoca una tremenda nostalgia y le tiene prohibido a sus progenitores que la visiten, después la separación se le hace mucho más difícil. “Les pido que no vengan. La última vez que estuvo mi madre, que estuvo aquí como una semana, cuando se fue me quedé fatal. Lloré muchísimo. Me cuesta muchísimo reponerme. Estoy acostumbrada a mi rutina aquí”.