María Teresa Campos, a pesar del susto que le ha dado la salud, el ictus que le sobrevino, está de lo más agradecida con todos, por eso, y para aclara alguna que otra cuestión, la presentadora ha llamado en directo a ‘El Programa de Ana Rosa’.
“Ayer estaba muy emocionada. Cuando me he visto, he pensado que estaba peor de lo que realmente estaba, pero era por el cariño que estaba recibiendo”, y es que ayer, cuando salió de la Fundación Jiménez Díaz, acabó rompiéndose al ver todas las muestras de cariño que recibía. Es más, llegó a asegurar que tras esto pensaba “que sí he hecho algunas cosas bien en mi vida”. La confianza de la matriarca de las Campos había sufrido un revés hace unas semanas cuando vio que se cancelaba su programa, ‘Qué tiempo tan feliz’, debido a las bajas audiencias. La exposición que supuso se docureality tampoco ayudó a que no se hablase de ella. Debido a todas estas cuestiones, tal y como ha explicado su hija menor, Carmen, Teresa estaba un poco desanimada.
“Con los nervios, no les dije nada a mis hijas y ellas lo son todo”, ha aclarado, a Ana Rosa. Ellas han estado a su lado en estos 8 días de ingreso, y se han encargado de mantener siempre informada a la prensa, haciendo de tripas corazón en su semana más dura. María Teresa no solo ha mostrado profundamente agradecida a Carmen y a Terelu, sino también a sus colegas, “soy muy rica en amigos”.
Aclara qué secuelas le ha dejado el ictus. “No he perdido la visión en ningún ojo, lo que no tengo es la coordinación de los músculos del ojo. A veces se recupera sola, y otras se hace a través de las técnicas con las que cuentan los profesionales”. Ella espera que se recupere sola, pero también seguirá las pautas marcadas por los doctores a través de ejercicios. “Me lo voy a tomar con toda la paciencia del mundo”, ha asegurado.
María Teresa sonaba tranquila, optimista y con muy buen humor, como ha demostrado al bromear con AR sobre su nueva situación “¡me paso el día guiñando el ojo!”, y es que así es como consigue focalizar y no tener una imagen duplicada.
Teresa también ha explicado porqué estaba tan emocionada a su salida del hospital. “A veces uno recoge lo que hace, y otras no… a mí me han tratado de manera justa, pero verlo así tan patente, el cariño de la gente, de los compañeros, de la gente de la calle… no me podía ir sin saludarlos a todos”; y la explosión de amor de la que ayer, tras su alta, fue objeto, la desbordó.
De todo lo vivido, Campos extrae una enseñanza que piensa empezar a poner en práctica desde ya mismo en su vida: “Hay que saber valorar qué cosas merecen la pena preocuparse por ellas y cuales no. He estado dando importancia a cosas que no la merecían y que conseguían afectarme más”.