Magia y romanticismo en la boda de Mireia Canalda y Felipe López

Una semana después de casarse por lo civil en Mongat, la pareja volvió a darse el 'sí, quiero' en la isla pitiusa

Ya se han casado. Y por segunda vez, aunque como la propia Mireia Canalda ha dicho, "esta es la buena, la de verdad". Siete días antes Mireia Canalda y Felipe López se habían dado el 'sí, quiero' en una sala del ayuntamiento de Montgat, en Barcelona. Allí no hubo anillos ni promesas, apenas unas firmas en un frío documento. La boda de verdad iba a ser la que ayer tarde se celebró en Ibiza.

El lugar elegido fue una explanada frente a Cala Bassa, en la parte suroccidental de la isla pitiusa. El lugar, al igual que la fecha, no fue elegido al azar. Allí se pueden contemplar una de las mejores y más espectaculares puestas de sol de la isla. Y la fecha, 23 de junio, la noche más corta del año, es también una noche mágica en la que se cumple el rito pagano de encender hogueras para quemar todo lo malo y empezar una nueva vida, algo muy simbólico para Mireia y Felipe.

La pareja se casó en una sencilla y emotiva ceremonia. La música, la decoración, la comida y la indumentaria de novios e invitados fue una fusión de los estilos que más gustan a la pareja. Ahí estuvo presente México, la ibiza hippie y la Andalucía más profunda. La boda tuvo lugar a última hora de la tarde para que coincidiera con el sol casi a punto de esconderse por el horizonte. Familia, amigos y hasta Max, el perro de los López-Canalda, no se perdieron el enlace. Entre los invitados, buenas amigas de Mireia Canalda, Lara Dibildos, Noelia López y Elsa Anka. Lara, por cierto, fue novia de Felipe López, pero ella es tan encantadora que se lleva de perlas con todos sus ex y sus parejas.

El novio llegó a la ceremonia a bordo de un divertido Mehari verde, el coche con el que más se identifica a la Ibiza hippie. Mireia, por su parte, llegó con su hija a lomos de un precioso caballo blanco. Al finalizar la ceremonia, la familia al completo –los recién casados, sus hijos Inés y Nuno, y Max, el perro– se fue en el Mehari. Mireia agradecía a todos su presencia, emocionada y feliz.

La cena y la fiesta posterior se celebró en el Cala Bassa Beach Club, a pocos metros de donde se celebró la ceremonia. Para la fiesta, Mireia lució un segundo vestido, de flecos, inspirado en un mantón de Manila. El matrimonio brindó por su nueva vida con un champán exclusivo que llevaba en su interior virutas de oro de 24 kilates.