Laura, con su carácter rebelde pero con esa ternura y fragilidad disfrazada, ha sido el ojito derecho de su progenitor, Kiko Matamoros, muchas veces. Esta, enfadada con él hasta el punto de haberse negado en participar en su boda, le ha asestado el golpe más doloroso: quiere dejar de usar el apellido de su padre.
A partir de ahora será Laura M. Flores. El apellido Matamoros queda relegado al olvido, a una mera anécdota en su carnet de identidad, pero desea, de cara a su futuro en la moda, ser conocida por el apellido que comparten su madre y su tía Mar Flores. Quizás de esta manera, el ‘Flores’, al estar más vinculado a la moda, piensa que esto puede servirle para abrir aquellas puertas que aún no se le había abierto. Y son pocas, pues la joven, desde que salió de GHVIP 4, se convirtió en una rutilante estrella, la chica con la que las marcas más punteras deseaban trabajar. Una it-girl en potencia.
Laura sigue, por tanto, la estela que marcó su hermano Diego, el primero en borrar lo de 'Matamoros' y ser, simplemente, Diego M. Flores. Él, en lugar de a la moda como su hermana menor, quiere dedicarse al mundo de la interpretación, y está convencido que su apellido es una lacra… Sus planes de futuro pasan por labrarse un futuro como actor y no descarta dar el salto al otro lado del charco, donde su pasado no interesaría y podría poner el cuentakilómetros a cero.
Aún así, con este gesto Laura no quiere renegar de quién es su padre, tan solo pretende dar más protagonismo a la saga familiar materna, más vinculada con esa industria en la que pretende hacerse un hueco a base de fotos en Instagram, patrocinios y quien sabe su colaboraciones con marcas en las que ella ejerza de diseñadora o de directora creativa, como tantas y tantas celebridades TOP han realizado. ¿Es Laura la nueva Kim Kardashian? Sin duda, parece estar trabajándose a conciencia su nueva imagen pública. Y no va a dejar ningún fleco suelto, hiera a quien hiera.