La pandemia está siendo muy dura para todos, pero, con determinados sectores, como la hostelería, que hace por recuperarse y reinventarse en un desesperado intento por mantenerse a flote, ha sido especialmente cruel. Y en estas está Pepe Rodríguez. La popularidad del cocinero, gracias a su papel como jurado en ‘MasterChef’, no le libera de la sensación continua de tener la espada de Damocles pendiendo sobre su amado negocio, El Bohío, el lugar donde empezó todo.
Lecturas, con motivo del estreno de la novena temporada de ‘MasterChef’, se reúne con el manchego y charla sobre lo complicadas que están las cosas, pero, también, de sobreponerse al drama. Con sinceridad aplastante y sin andarse con paños calientes, Pepe Rodríguez nos confiesa que, a día de hoy, sigue temiendo por su restaurante. “No las tengo todas conmigo. Estamos en ese límite”, reconoce. “Yo voy a dar todo lo que pueda para mantenerlo hasta que un día diga: ‘señores, hasta aquí hemos llegado’”. Sin querer hacer tragedia y tratando de mantenerse confiado en el futuro, el compañero de Samantha y Jordi, espera que ese fatídico día no llegue, “aunque no descarto nada”.
Han sido meses de extrema dureza para el sector, que ha hecho todo lo posible por mantenerse a flote, pero el cansancio empieza a pesar. “Hay un momento en que cada uno tiene un límite”, nos dice. Y es que, a pesar de haber podido abrir unos meses, otros, ha tenido que echar el cierre, con el consiguiente despido de los trabajadores. “Ahora estamos todos trabajando, pero hemos estado entrando y saliendo del ERTE para que salieran los números, porque el trabajo ha descendido un 40 o 50%. No puedes tener la misma plantilla", nos cuenta.
La angustia de Pepe Rodríguez y de Jordi Cruz es muy real. Los dos chefs hicieron de sus negocios sus templos, el lugar feliz en el que volcaban su ingenio, ilusión y ganas; ahora, a pesar de la pericia que el sector trata de demostrar, sienten que los esfuerzos podrían ser en vano. Por su parte Samantha Vallejo Nágera, con un catering especializado en eventos, también ha tenido que aprender a sacar punta a la situación. Sin bodas, ni presentaciones de productos, que solían ser sus potenciales clientes, ha abierto mercado a cestas individuales, lunch boxes que son enviadas y recibidas con motivo de ocasiones especiales (Día de la Madre, nacimiento de niños, etc). La pandemia les pone contra las cuerdas, pero ellos hacen todo lo posible para seguir adelante con sus sueños. Sin duda, una valiosísima lección que pueden dejar a los concursantes de 'MasterChef'.