“Era el año 2024, noviembre, estaba esperando en Ginebra una noticia que iba a cambiar su vida para siempre”. Pilar Eyre revela ahora el día en que la infanta Cristina tocó fondo. La hermana del rey Felipe se encontraba en la peor tesitura. Toda su existencia pendía de un hilo. Ya nada iba a ser como antes y lo sabía. En su mente, sus cuatro hijos y el escarnio público que habían ido viviendo a diario. Señalados y apartados, iba a ser muy difícil recomponer todo lo que se había roto.
La pareja se había instalado en Ginebra. Tenía un dúplez fabuloso en la mejor zona de la ciudad. Sus hijos iban al mejor colegio. Cristina e Iñaki tenían dinero, mucho, y no dudaban en presumir de ello. Lo habían hecho en Barcelona y volvían a hacerlo en Suiza. Claro que ya nada iba a ser igual. El escándalo del caso Nóos ponía tanto al que había sido el yerno favorito de los reyes Juan Carlos y Sofía como a su hija en la peor tesitura.
“Ese día decidían si la imputación de la infanta seguía adelante o no”, explica Eyre en su canal de youtube. “Estaba esperando la llamada de su abogado, Miquel Roca, en el despacho de la fundación Aga Khan donde trabajaba”. Era el día en que todo cambiaba.
La llamada que recibió la infanta Cristina
A mediodía, pasaba de la una, sonó el teléfono. Cristina lo tenía al lado, esperando que el letrado le dijese que todo había terminado y se encontraba libre de preocupaciones. No fue así. “Le dijo que sí estaba imputada y que tenía que sentarse en el banquillo”, explica Eyre. “Tenía que someterse a juicio, que esperaba que fuera bien pero que del juicio nadie iba a librarla. El abogado aseguró a la prensa que Cristina había recibido bien la noticia, que era una mujer fuerte”. Pero realmente no fue así.
La infanta no había llevado a sus hijos al colegio ese día. Tampoco Iñaki había salido de casa. “Ella les había dicho que no encendiesen las luces. Llegó un momento en que la infanta tuvo que ir su casa y enfrentarse a los fotógrafos. Estaba profundamente triste, su vida iba a cambiar para siempre. Estaba apartada de la Familia Real, de su hermano Felipe, no se hablaban y no volverían a hacerlo en mucho tiempo”.
“Ese año había sido un infierno para Cristina”, recuerda la periodista. “Su marido había sido acusado finalmente, ella había tenia que declarar delante del juez. El fiscal y el juez habían dicho que ella figuraba como perteneciente a la junta directiva de la fundación Noos. Todo se tambaleaba”. Y no solo eso. Su familia le había dado de lado. O al menos, la parte más importante de la Corona.
El desplante de Felipe a Cristina
“La relación con su hermano estaba rota”. Felipe había puesto un cordón sanitario alrededor de todo lo que rodaba a la infanta Cristina. No querían saber nada de ella, estaba proscrita y así se lo hicieron saber. “Cristina no había sido invitada a la toma de posesión de Felipe”, recuerda Eyre. “Se había hecho un vestido, creía que iba a ir, ya había pensado con quien iba a dejar a sus hijos en Ginebra, ella esperaba estar como hermana de Rey, se lo prohibieron expresamente, ella acudió a su padre, pero este del dijo que era cosa de su hermano”.
“No quiere que vayas”, le dijo Juan Carlos a su hija. Fue el momento en que Cristina supo que ya nada iba a ser igual. Su hermano le pidió que renunciase a sus derechos dinásticos, a formar parte de la línea de sucesión al trono. “Cristina siempre se ha negado a hacerlo porque ella dice que ser hija de rey no se lo va a quitar nadie”, explica Eyre. “Lo cierto es que en 2015 Felipe le quitó el titulo de duquesa de palma. Se lo había dado un rey, su padre, y el rey se lo quitó”.
El escándalo era mayúsculo. La historia de Urdangarin siguió su camino. La infanta, eso sí, tras aquella comparecencia en el juzgado donde negó saber nada de la vida de su marido, se libró de la cárcel. Al menos de la física, porque siguió viviendo de espaldas a la que había sido su familia. Solo su madre y su hermana se apiadaron de ella.
La redención de Cristina
Tuvieron que pasar muchos años hasta que la infanta Cristina sintió que volvía a recuperar su sitio. Al menos, uno que más o menos le correspondía. No ha sido hasta hace poco, de hecho, cuando el rey Felipe ha aceptado evidenciar públicamente que la relación con su hermana es mejor. Juntos y sin la reina Letizia, acudieron a una boda en el coche del propio rey. Cristina ocupaba el asiento del copiloto. El que habitualmente ocupa Letizia.
El divorcio de Iñaki Urdangarin ha sido el detonante del cambio. Cristina ha cerrado la peor etapa de su vida y vuelve a ser una mujer libre. Sus hijos viven ya fuera de casa, ella continúa con su residencia en Ginebra aunque pasa mucho tiempo en España y parece que con su hermano Felipe ha limado ya asperezas. No tanto con su cuñada, a la que tanto odió. Por el momento, Letizia continúa apartándola en público.
La hermana del rey se apoya en la infanta Elena, su gran valedora. También en su madre, la reina emérita, que nunca dudó de ella. Sofía desafío incluso a su hijo y a la Casa Real viajando para estar al lado de su hija en un momento en que todas las miradas estaban puestas en los Urdangarin. Felipe y Letizia más solos que nunca, aguantaron el peso y no flaquearon. Era algo demasiado grave como para frivolizar.
Han pasado muchos años hasta que Cristina comienza a regresar. Los expertos apuntan a que nunca será como antes pero sí iremos viendo un acercamiento incluso en actos oficiales. Por el momento no ha ocurrido pero los nuevos aires de Zarzuela igual lo acaban permitiendo.