Llegué al Palacio de la Zarzuela minutos antes de las cinco de la tarde, hora que tenía fijada para mi audiencia-entrevista con S.A.R. la infanta Cristina de Borbón y Grecia, segunda hija de los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía.
Una charla amable y distendida
El jefe de Prensa de la Casa Real, Fernando Gutiérrez, me condujo a un pequeño salón presidido por un retrato al óleo de S.M. Alfonso XIII, bisabuelo de la Infanta, pintado por Sorolla. Al punto apareció doña Cristina, sonriente y natural, irradiando un delicioso encanto. Vestía una blusa rayada en distintos colores, sobre fondo blanco, una falda 'midi' negra, medias también negras y zapatos bajos. Sus únicos adornos eran un cinturón de hebilla plateada, unos pendientes de diseño moderno en plata con una piedra azul y una cadena de oro con colgantes. El pelo suelto en media melena, rubio y suavemente ondulado.
Comenzó la charla de una manera amable y distendida, sin protocolos y con la mayor naturalidad. Contestaba a mis preguntas risueña y con una expresividad contenida. La inquietaba un poco el continuo disparo del 'flash'. Cuando le comenté que resultaba muy fotogénica, incluso en situaciones informales, respondió rápidamente que no, que no solía quedar bien en las fotos. "Por lo menos yo no me gusto...", señaló riendo.
Me explicó que ahora estaba en plenos exámenes parciales en la Facultad donde ahora cursa sus estudios de Ciencias Políticas y que de momento le iban "bastante bien". Que no por ser quién era se sentía obligada a conseguir notas altas. "Me considero como mis demás compañeros estudiantes y naturalmente estudio para que me aprueben, y si saco nota, mejor". Me comentó también que entre las horas que dedicaba cada día al estudio, sus actividades deportivas y las obligaciones sociales de su rango, casi no le quedaba tiempo para nada. Pero que afortunadamente, como tenía su jornada bien programada, siempre sacaba un rato para compartirlo con sus muchos amigos...
"Reservo el fin de semana para salir con mis amigos"
–¿Cómo transcurre un día en la vida de una Infanta de España?
–Mi día es, fundamentalmente, el de una estudiante. Madrugo, desayuno en familia, voy a clase, vuelvo a casa a almorzar, y dedico la mayor parte de la tarde a estudiar y preparar mis trabajos y exámenes. Algunos días tengo que atender visitas o compromisos, pero la mayoría no alteran mi distribución del tiempo, pues por lo general son al final de la tarde. En ocasiones tengo que hacer algún viaje, por razones familiares o de representación. A la vuelta, hay que recuperar lo perdido, pero en eso no me considero distinta de mis compañeros, que también viajan y tienen sus obligaciones. Entonces es cuando yo aprovecho para estudiar por la noche. Procuro reservar el fin de semana para reunirme con mis amigos, y las vacaciones o los 'puentes' para mis entrenamientos de vela.
–¿Su vida de joven mujer se ve mediatizada y determinada por su alto rango? ¿Se ha sentido alguna vez condicionada en ese sentido?
–Me considero una mujer como las demás, con mis obligaciones y responsabilidades propias, que tienen de especial el ser un deber hacia los españoles, lo que me honra, y el de ser quizá más conocidos. Desde pequeña me han enseñado a cumplirlos, como hacen todos los padres, y procuro hacerlo lo mejor posible: esto es todo. Pero en esto no me considero única ni condicionada, porque veo que también los demás tienen sus responsabilidades y las cumplen: la inactividad es un lujo que no podemos permitirnos.
–¿Cuál es el balance de estos primeros veinte años de su vida, Alteza? ¿Ha sido feliz? ¿Ha podido realizar todos sus sueños, deseos, inquietudes y aficiones?
–Positivo. Estoy contenta de mi vida personal y familiar y con mis estudios, y como, gracias a Dios, no he podido realizar todos mis sueños y deseos, sigo teniendo mis proyectos e ilusiones, y pienso que lo mejor está aún por venir.
–¿El Palacio de la Zarzuela es para V.A. un lugar protocolario y de rígidas normas o, por el contrario, un hogar cálido y entrañable como cualquier otro hogar español?
–Un lugar desde luego entrañable y donde vivo muy feliz con mis padres y hermanos, donde todos nos sentimos muy unidos, y comentamos nuestras cosas cada uno.
–¿Cuando habla V.A. con sus amigos y compañeros existe alguna barrera, derivada de su alta alcurnia, que dificulta la natural comunicación o se siente completamente integrada en su entorno juvenil y estudiantil?
–Como siempre hemos llevado una vida normal, y en contacto con la realidad, yo no soy consciente de que exista este tipo de barrera y menos con los amigos. Personalmente, me siento totalmente integrada.
–¿Cómo se considera V.A. temperamentalmente y cuáles son los rasgos más característicos de su personalidad? ¿Es emotiva y sentimental o le guía más la razón que la poesía? ¿Es tímida o intrépida, pacífica o vehemente?
–Pacífica a veces, vehemente otras, emotiva y racional. Creo que toda personalidad participa en una u otra medida de estos rasgos diferentes, procuro ser una persona equilibrada y atenta a los demás. Si lo consigo o no, son los demás los que podrán decirlo.
"Lo fundamental en una mujer es ser natural"
–¿Qué virtud considera V.A. más importante para una mujer? ¿Qué concepto tiene de la bondad, de la inteligencia y de la belleza?
–Lo fundamental es ser natural, tener sentido común y ser útil, y querer a los demás. ¡Ah! y también tener sentido del humor. Lo de la belleza ya no depende tanto de uno mismo, y tampoco creo que es tan importante. La belleza interior es más importante, ¿no?
–¿Cómo ve su futuro de mujer?
–De momento, mi futuro próximo es terminar mi carrera y, en un plano más general, cumplir siempre mis deberes para con los españoles.
–V.A. estudia Ciencias Políticas, ¿es que le atrae la política? ¿Va a ejercer su carrera? ¿Le interesa más el deporte o el estudio?
–Me interesa el mundo en que vivo, y las Ciencias Políticas explican una parte importante de él. ¿Ejercer? No lo sabré hasta que no acabe. ¿Estudio o deporte? Los dos, cada uno en su sitio, pues son complementarios.
"Me gusta que el hombre sea realista y alegre"
–¿Tiene afinidad de ideas, de gustos y de aficiones con su hermana, la infanta Elena? ¿Y con su hermano, el príncipe Felipe?
–Tenemos muchas cosas y experiencias en común, y lo pasamos muy bien juntos.
–¿Con quién considera V.A. que guarda un mayor parecido caracteriológico y espiritual con S.M. el Rey, su padre, o con su madre, la reina doña Sofía?
–Creo que con los dos, y me alegro de que así sea.
–¿Qué cualidades prefiere en un hombre?
–Que sea sencillo, interiormente fuerte, realista y alegre.
–¿Cómo ve la vida, en general, la hija de un Rey? ¿Qué piensa cuando ve que hay gentes con graves dificultades de toda índole y que sufren estrecheces económicas?
–Ser hija de un Rey enseña mucho, porque se está viviendo constantemente, y casi diría que profesionalmente, para los demás. Entonces se genera una solidaridad muy activa, y, aunque se sabe que no es posible resolver todo inmediatamente, una gran confianza en que todos unidos podemos hacer mucho para mejorar el mundo que nos rodea. Esta es la única fórmula para resolver los problemas de fondo, de los que lo que vemos en a superficie son solo consecuencias.
–¿Le gustaría ser una joven de clase media normal española o piensa que su alto destino es un privilegio de seres elegidos que no cambiaría por nada?
–Ninguna de esas dos hipótesis forma parte de mi vida. No se elige donde se nace, sino que hay que vivirlo con sencillez y normalidad.
–¿Cuáles son sus aficiones favoritas aparte del deporte y sus diversiones predilectas? ¿Qué clase de libros le gusta leer y qué música prefiere escuchar?
–Me gusta mucho la música en general, leo bastante, y me gusta reunirme con mis amigos.
–¿Le gusta seguir la moda o solo lo que le favorece y está en su línea? ¿Prefiere vestir de sport o con atuendos sofisticados?
–Afortunadamente, la moda de hoy permite elegir lo que va mejor en cada caso. Por supuesto, me gusta la ropa cómoda e informal, pero, en mi caso, ir más arreglada supone una atención hacia los demás, que en muchos momentos tienen derecho a exigírmela.
"El protocolo no hay que verlo como algo extraño"
–¿Le preocupa que puedan existir razones de Estado a la hora de elegir a la persona que haya de compartir su vida en el futuro?
–Creo que todavía no me lo he planteado mucho. Cuando llegue el momento estoy segura que no habrá disconformidad entre la elección y mis deberes hacia los españoles.
–¿Cómo ve a la juventud española de hoy? ¿Se identifica plenamente con ella, con sus gustos y costumbres?
–Me identifico plenamente con su sinceridad y su curiosidad, y con su modo de ir directamente al fondo de las cosas. En gustos y costumbres, siempre hay un poco de todo, pero en el fondo creo que, tras un cierto desenfado y desvío de las fórmulas, hay una voluntad de mejora en los puntos decisivos, como las relaciones interpersonales y la eficiencia profesional, y una gran solidaridad con los que sufren.
–¿Le agobia el hecho de sentirse el centro de todas las miradas cuando aparece en público y el sentirse sometida, casi permanentemente, a la atención pública, a las cámaras y los flashes, o ya le parece una cosa natural y lo asume fácilmente?
–Pienso que lo que hay en el fondo de esta atención es un interés y hasta un cariño con que se nos distingue, que por supuesto, agradezco, y al que procuro corresponder con mi afecto.
–¿Considera V.A. que el protocolo y las reglas de comportamiento observados por la familia real española son más rígidos, tradicionales y conservadores que los de otras familias europeas, o, por el contrario, son más flexibles y adaptados al signo de los tiempos?
–Bueno, esto del protocolo hay que verlo con naturalidad, no como algo extraño, y creo entonces que yo lo veo desde un punto de vista natural, como un signo de nuestro respeto en ocasiones determinadas que así lo exigen, porque se está representando a España, o porque es una fiesta nacional importante, por ejemplo. Claro, esto depende mucho del carácter de cada país, que incluye, sobre todo en Europa, el sentido de la propia historia, como un elemento importante de la dignidad nacional. Cada país, pues, tiene su propio protocolo. Creo que el nuestro se adapta bien a nuestro modo de ser, y es bastante flexible según las ocasiones.
"Me preocupa la injusticia y también la insolidaridad"
–¿Cómo contempla nuestro mundo actual y el desarrollo de nuestro país? ¿Hay algo que le preocupe de manera especial a V.A.?
–Me preocupan la injusticia y la insolidaridad que están tras los problemas concretos, que son la causa de que existan. Pero, al mismo tiempo, creo que hay que encarar la realidad con optimismo porque veo en nuestra generación una aguda conciencia de la necesidad de unir esfuerzos para resolver cosas concretas, y hacerlo con una gran sinceridad, yendo al fondo.
–¿Qué valoración hace V.A. del grave tema de la droga y de la relajación de costumbres?
–Me parecen un retroceso, una huida hacia atrás. Pero no estoy conforme con el punto de vista generalizado que, al hablar de estos temas, se queda en la crítica o incluso en la compasión hacia los últimos eslabones de la cadena, quienes parecen los actores y a menudo son solo las víctimas. El nudo del tema está en los protagonistas que, entre bastidores, fomentan o se benefician de estos comportamientos, y eso me parece fatal.
–¿Qué piensa V.A, de la libertad e independencia de la mujer en el mundo actual?
–Que es natural y necesaria, que depende sobre todo del nivel de cultura de todos, mujeres y hombres, y que se están haciendo avances importantes en este campo, aunque siempre hay algo más que aprender.
–¿Su formación cristiana tiene un peso específico y es determinante en todas sus actitudes personales y decisiones?
–Desde luego.
–¿Le molesta o le preocupa a V.A. que su imagen tenga que ser obligatoriamente modélica en todo momento?
–Todos tenemos que estar dispuestos a dar algo a los demás. Yo tengo unos deberes concretos hacia mis compatriotas, y eso me sale de dentro, no tengo que preocuparme de exteriorizarlos, es mi forma de ser, que es normal, ¿no?
Al finalizar la entrevista salimos al jardín para hacerle a la Infanta unos primeros planos al aire libre. Doña Cristina posó pacientemente, pero cuando le dijimos que una de aquellas fotografías sería para la portada de nuestra revista, hizo un gracioso mohín, cubriéndose el rostro con ambas manos, y diciendo entre risas: "¡Ay no, por favor, portadas no...!".
En cuanto los hermosos perros de La Zarzuela advirtieron la presencia de la infanta Cristina, acudieron a su encuentro alborozados, especialmente un 'tekel' marrón precioso, que le pertenece a ella y un 'golden retriever' blanco, propiedad de don Juan Carlos. En un determinado momento, doña Cristina, advirtiendo las precipitadas idas y venidas del 'golden', comentó: "Es que está buscando al Rey...".
Finalmente, llegó el momento de la despedida. Al salir del palacio, la Reina partía en su coche y al advertir nuestra presencia tuvo uno de sus característicos gestos de simpatía: aminoró la marcha y asomó su brazo por la ventanilla, agitando cordialmente la mano a modo de saludo.
El breve viaje había merecido la pena. Nos íbamos de La Zarzuela con la agradable sensación de haber tenido un encuentro entrañable del que conservaríamos siempre un gratísimo recuerdo.