La pasta es uno de los platos favoritos de cientos de personas, ha logrado dar la vuelta al mundo desde Italia y en España no dejamos de pensar en ella ni cuando llega el verano, ya que su alternativa fría servida en ensalada se convierte en la estrella de los tuppers para el almuerzo en las oficinas y también en las neveras de los bañistas que van a disfrutar de un día de piscina en familia o entre amigos.
La Oficina de Consumidores y Usuarios ha publicado un extenso informe en el que analiza los distintos tipos, sus principales componentes y qué es lo que aportan los platos en los que la incluimos a nuestro organismo, así que vamos a dejar que se nos haga la boca agua y comprobar lo que nos ofrece más allá de ese magnífico sabor de boca.
Dos componentes muy básicos en la fórmula de la pasta
Lo primero que destaca la publicación de la organización sin ánimo de lucro es la sencillez del origen de la pasta, ya que surge de la mezcla de harina poco molida y agua, pero nos invita a que tengamos en cuenta una serie de condicionantes que hacen que sea de mayor o menor calidad, como el color, que ha de ser uniforme y amarillo, así como la firmeza antes de que la llevemos a cocción y debemos renunciar a aquella que veamos excesivamente opaca o transparente, ya que aquí también la virtud está en el punto medio.
Además, la organización sin ánimo de lucro nos explica qué tenemos que tener en cuenta para valorar su calidad, como la dureza del trigo, que si es mayor aportará "mejores aptitudes culinarias", pero también supondrá una inversión mayor y arañará más nuestro bolsillo, ya que es más caro que el de tipo blando. Podemos encontrarla en múltiples opciones desde fideos finos, medios o gruesos, pasando por macarrones que cuentan cada vez con una mayor diversidad, las placas para hornear una rica lasaña o cocinar canelones con decenas de ingredientes, así como en spaghetti o tallarines para sorprender a nuestros comensales cocinando las mejores recetas italianas.
Lo que aporta la pasta a nuestro organismo
Si hay algo que nos ofrece la pasta es una buena cantidad de hidratos de carbono, pero también aportan a nuestro organismo en esa digestión proteína, que en este caso es el gluten, siempre que podamos tolerarla correctamente, aunque cada vez hay más opciones para aquellas personas que no pueden consumir productos con este elemento en su composición. Eso sí, tanto en este caso concreto como si nos ponemos a generalizar, podemos encontrar precios muy distintos, con una selección bastante económica si no nos ponemos exquisitos y otras con las que nos va a ser más difícil ahorrar en nuestra cesta de la compra.
La OCU habla, además, del consumo recomendado para una persona a lo largo de la semana, que sería de dos a tres comidas y con una ración que debe situarse en unos 70 gramos en el peso indicado en el envase o colocada en una báscula antes de ser cocinada, ya que ahí estaría sumando gramos del agua absorbida durante la cocción. Con este consejo, estaríamos incluyendo en nuestra dieta las cantidades necesarias de aproximadamente un 12% para nuestro consumo de energía en el caso de un adulto, así como alrededor de un 18% de los hidratos que tenemos que sumar en nuestra pirámide.
Otra de las claves a tener en cuenta en este repaso por los nutrientes es la tipología, ya que no aporta lo mismo un plato de pasta con huevo, que suma proteínas, pero también grasas o la integral, con una mayor presencia de fibra y en este segundo caso es muy importante que podamos leer en su composición "sémola integral de trigo duro", por si juegan al despiste con otras mezclas. La de verduras puede sumar nutrientes del tomate o la espinaca, según el color y el organismo hace hincapié en la excusa utilizada para incrementar el precio, cuando realmente la cantidad se sitúa en la mitad del peso total.
Una opción que no entiende de modas, ¿O sí?
Hay tantas como posibilidades de llevarla a la mesa y es que lejos de entrar en una montaña rusa de consumo, la pasta siempre está ahí, porque no entiende de modas, aunque aquí tenemos que incorporar una serie de matices. Es cierto que no ha dejado de reinventarse, con la pasta negra teñida con tinta de calamar o la que carece de gluten, para las personas celíacas, aunque en estos dos últimos casos se convierten en una exquisitez al alcance de unos pocos, ya que en el segundo caso puede llegar a costar más de 5 euros por kilogramo, tal y como recoge la OCU en este informe.
En el repaso termina hablando de la pasta de arroz, que lleva a nuestra miente a un viaje oriental y aparecen esos noodles que también se han convertido en un plato estrella fuera del continente asiático en los últimos años. La de legumbres permite, por otro lado, incorporar lentejas, garbanzos o guisantes al plato, aunque como ocurría con la de verduras, aquí igual sí nos podemos pasar de modernos y sin suplir las cantidades recomendadas semanales, -ya que no los sustituye-, puede incrementar de manera importante la cifra del ticket. En el caso de la rellena, por último, hay también muchas posibilidades, como los ravioli o tortellini, en los que tenemos que tener en cuenta lo que está envuelto en la pasta, que debería ser de un 25% del total de su peso.