Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Meritxell

"No me entra en la cabeza que Meritxell insinúe que no me he tomado en serio mi trabajo"

Tengo a mi madre conmigo en Valencia desde el día uno. P. tuvo que volver a Madrid para hacerse cargo de los perros y yo le pedí a mi madre que se quedara hasta el final de la gira. Al acabar la función, me gusta llegar a la habitación y tener la oportunidad de charlar con alguien antes de acostarme. Además, me gusta tener a mi madre conmigo porque así parece que tengo la obligación de no entretenerme después del trabajo.

Pasé mucha ansiedad con la función del 31 de diciembre. Tenía miedo de enrollarme el día antes con la excusa de las fiestas y levantarme el treinta y uno sin voz, tener que suspender y dejar sin plan a toda la gente que había decidido pasar el último día del año en el teatro. Son inseguridades que a algunos le parecerán absurdas, pero a mí esos miedos me ayudan a ser precavido y a acrecentar mi instinto de supervivencia. Por el temor a desparramar obligué a P. a venir conmigo el día 30 y pedimos a unos amigos que se quedaran en casa para que cuidaran de los perros. Todo en orden.

Toda esta semana con mi madre ha sido fantástica. Hacía tiempo que no pasábamos tanto tiempo juntos. Tengo suerte de no tener una madre pesada, ya lo he contado varias veces. Ella sabe que necesito mis silencios y mis espacios, así que mientras yo me encierro en la habitación ella se queda en el salón leyendo o haciendo crucigramas, que es una de sus grandes pasiones. Está abonada al Quiz desde tiempos inmemoriales. Antes me pedía que los resolviéramos juntos, pero yo me cansé muy pronto de no acertar ni una definición. Me lo he pasado muy bien con ella en los almuerzos, recordando sobre todo los años que vivíamos en el barrio. En nuestro San Roque. Me pone al día de nuestras vecinas, sobre todo de la Señora Carmen, que era la del 8º-1ª. Nuestras vecinas eran para nosotros “señoras”: la Señora Carmen, la Señora Encarna, que era la del 8º-2ª.

Hablamos de “Señoras” y me vienen a la cabeza las declaraciones que Meritxell de ‘GH 17’ ha realizado sobre mi labor al frente del programa. A mis cerca de cincuenta años, comienza a resultarme incomprensible que una chica a la que casi le saco treinta años no manifieste ningún tipo de respeto por un profesional que lleva ejerciendo su trabajo desde que ella no había nacido. A mí, a sus años, jamás se me hubiera ocurrido decir lo que ella ha dicho. Los tiempos cambian, sí, pero en ese aspecto no necesariamente para mejor. Puedo entender que a una concursante no le guste cómo haya presentado el programa. Faltaría más. Contra eso no hay discusión posible. Pero lo que no me entra en la cabeza es que Meritxell insinúe que no me he tomado en serio mi trabajo. Es una acusación gravísima que me ha producido rabia, dolor e impotencia.

¿Debería llamarla para explicarle que está equivocada? Lo he valorado, pero he llegado a la conclusión de que no valía la pena. Porque desde que aparecieron las redes sociales los concursantes de ‘GH’ hacen frente a una dinámica muy complicada. Entran en la casa sabiendo que disfrutarán de un periodo de fama. Y cuando salen se encuentran con que en las redes tienen seguidores que les jalean, les apoyan y les exigen que jamás den su brazo a torcer ante ningún otro compañero. Les piden que sigan luchando, que no dialoguen, que se enquisten en sus comportamientos porque son los demás los que están equivocados. ‘GH’ es fascinante por la adhesión incondicional que provoca en sus seguidores, pero creo que esa división entre partidarios de unos y otros impide la reflexión, el análisis, el sentarse a tomar un café para charlar, para conocer, para conocerse. Meritxell es responsable de sus declaraciones, desde luego, pero aunque ella no lo sepa también es víctima de una realidad que le impide hacer una exhaustiva revisión de sí misma. Reflexión final: algunos pensarán que me molesta demasiado lo que opine sobre mí una concursante de ‘GH 17’. Yo les respondo que me gusta que ese tipo de cosas me sigan escociendo. Significa que les tengo respeto. Desconozco si ellos a mí.