No sé si fue por la acción de los estamínicos o por la ola de calor que nos está machacando, el caso es que el jueves por la noche tuve un sueño extrañísimo. Estaba yo en un hotel de Albacete y resulta que coincidí con una convención del PP. Compartí bollos en el desayuno con Soraya Sainz de Santamaría. Luego charlé con María Dolores de Cospedal, que me contó que tenía un hijo que se llamaba María Augusto. Ante mi extrañeza me explicó que le había colocado ese nombre en recuerdo de su época hippy. Minutos después apareció Pío García Escudero para proponerme un soborno. No conseguía marcharme jamás de Albacete porque por unos minutos siempre acababa perdiendo el AVE. Volviendo a la realidad, ha causado cierta extrañeza la designación de García Albiol como candidato a la Generalitat por el PP. Hace algunos años, cuando García Albiol era alcalde de Badalona, nos dirigimos el uno al otro declaraciones muy poco agradables. No recuerdo quién empezó. Hasta que un día recibí una llamada de alguien de su equipo: el alcalde quería almorzar conmigo. Intenté escabullirme pero no hubo manera. No porque fuera él sino por mi timidez. Nos encontramos en un restaurante cerca de Telecinco. El encuentro discurrió de una manera cordial. En las distancias cortas no es tan ogro como parece. Es hasta simpático. Creo que me dijo que su mujer y su suegra le empujaron a que hiciéramos las paces. Yo jamás le votaría pero conozco a gente de izquierdas que vive en Badalona y que confiesa sin tapujos haberlo hecho. No ha vuelto a ser alcalde por una coalición de izquierdas pero en las últimas elecciones sacó, si no me equivoco, cuatro mil votos más que en las anteriores. Tengo curiosidad por saber qué pasará el 27-S. Creo que no habrá término medio: o se hunde o da la campaná.