No se baja nunca de sus tacones, pero pisa firme, y decidida y si hace falta, nos baila ‘el Chuminero’. Así es Lydia Lozano (56). Intensa, visceral, sensible, familiar y dispuesta siempre a pasarlo bien. Lydia es una de las veteranas de ‘Sálvame’ que hoy ve peligrar su silla. Ese lugar que supo ganarse a pulso gracias al carácter y la garra que desde que decidió dedicarse al periodismo la han acompañado.
La gente que la vio crecer profesionalmente lo sabe. Muchos han compartido con ella horas de televisión, prisas y empujones por conseguir una buena exclusiva y también muchas horas de fiesta, mucha noche madrileña. Aprendió a moverse pronto en un mundo, el del periodismo de calle, que era por aquel entonces, hace más de 30 años, terreno de hombres. Y todos la recuerdan. Lydia era joven, atractiva y sabía, como sigue haciendo hoy, sacar partido de su lado más sexy. Y no se amedrentó. Salía de la facultad de Periodismo y solo había trabajado como dependienta en El Corte Inglés cuando empezó como becaria en una radio. Fue allí donde conoció al que fue su primer amor y el hombre que le inculcó la pasión por este trabajo. Se llamaba José Luis y trabajaba en una agencia de noticias. “Llegó un día a la radio, llevaba las manos llenas de grasa y me dijo que se le había estropeado el coche. Se lo arreglé y me invitó a tomar algo con sus compañeros de la agencia. Me dijo que necesitaban una redactora, empecé a ir y hasta ahora”, ha contado Lydia, que vio morir a su amor.
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