El Orgullo de las folclóricas: Así hablaban Carmen Sevilla, Rocío Jurado y Lola Flores del colectivo LGTBI

En el Día del Orgullo LGTBI recuperamos las sabias palabras de Carmen Sevilla, Rocío Jurado y Lola Flores sobre el colectivo y sus reivindicaciones

Carmen Sevilla Rocio Jurado Lola Flores
Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Ayer murió Carmen Sevilla, que sufría alzhéimer desde 2009 y llevaba años alejada de los focos en una residencia a las afueras de Madrid. Allí estaba bien atendida y recibía la constante visita de su hijo Augusto y de su íntimo amigo Moncho Ferrer, quien disfrutaba viendo cómo, cada vez que le hablaba y le daba la mano, ella la acercaba a su rostro, en un gesto cariñoso, y esbozaba una tierna sonrisa. Tanto uno como otro asistieron impotentes al deterioro cognitivo que esta enfermedad fue produciendo en una mujer que ya no era capaz de reconocer a sus seres queridos.

Tampoco recordaba la actriz y cantante aquellos años en los que Estrellita Castro la fichó como parte del cuerpo de baile de sus espectáculos, una experiencia que le abrió a la sevillana las puertas del cine (rodó más de sesenta películas, casi siempre como protagonista) y la puso en contacto con estrellas internacionales como Frank Sinatra, al que conoció a mediados de los cincuenta en una fiesta de la alta sociedad. 

La belleza y el desparpajo de Sevilla dejaron obnubilado al de Nueva Jersey, que durante una temporada le estuvo enviando a diario un ramo de rosas rojas. Aunque la más yeyé de las folclóricas, como devota católica que no concebía las relaciones sexuales fuera del matrimonio, rechazó acostarse con la voz del sueño americano (algunos años después confesaría en sus memorias que se arrepentía de haber sido tan estrecha).

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Efectivamente, Carmen Sevilla era una mujer con ciertos valores tradicionales. Por un lado, renunció a una carrera en Hollywood por amor a su tierra y al que fue su primer marido, el compositor Augusto Algueró, del acabó separándose por sus continuas infidelidades -antes de divorciarse del catalán posó de manera sugerente sobre la arena para un número de la revista 'Triunfo' que, a las pocas horas de ponerse en circulación, fue secuestrado de los kioscos por la censura-. Por otro lado, la protagonista de cintas como Violetas imperiales o La venganza aceptó abandonar su carrera cinematográfica y televisiva cuando su segundo marido, el empresario Vicente Patuel, le pidió que se retirase con él a una vida campestre en su finca en Herrera del Duque (Badajoz). 

Pese a todo, al menos aparentemente, Sevilla mostraba pocos prejuicios hacia las minorías sexuales. Cuando Jorge Javier Vázquez, entonces redactor en la revista 'Pronto', le preguntó si estaba a favor de las parejas entre personas del mismo sexo, ella respondió afirmativamente. “La soledad es muy dura", le dijo, "y veo lógico que las personas se unan para ayudarse mutuamente y para vivir juntas las penas y las alegrías de la vida. Pero estas parejas se tienen que comportar siempre con respeto, como si fueran un matrimonio. Sin engañarse ni yéndose unos con otros”.

En aquella misma entrevista concedida a finales de los noventa, Sevilla dejó igualmente claro que tampoco le habría importado que su hijo Augusto le hubiera presentado un novio en vez de una novia. “No hubiera sufrido nada, te lo puedo asegurar”, señaló. “Le hubiese dicho ‘Tanto gusto, moreno de verde luna’. Al menos le pediría que se lo buscara guapo. Mira, yo no puedo reprocharme nada en ese aspecto, porque siempre he tenido amigos homosexuales y siempre me han apoyado tremendamente en mi carrera. Estas personas tienen una sensibilidad brutal y un talento fuera de serie”.

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Rocío Jurado, siempre 'progay'

Una opinión bastante parecida a la suya tenía la cantante Rocío Jurado, cuyos escotes y letras desafiaron a la censura en tiempos de Franco. Durante una entrevista en Canal+ en 2003, La Más Grande lanzó un rotundo alegato a favor de la libertad sexual cuando el presentador Máximo Pradera le preguntó cómo llevaba el hecho de que tantos gais se declararan admiradores suyos. “Estoy orgullosísima de que eso ocurra, porque además son personas de muchísima sensibilidad”, señaló ella sin titubeos, antes de explicar que en su casa siempre se había tratado con el mismo respeto a todo el mundo con independencia de su orientación sexual, y de pronunciar el ya icónico “¡Yo soy progay!”. Al año siguiente, la revista LGTBI Shangay decidió conceder a la de Chipiona un premio por su trayectoria profesional. Al recogerlo, la artista dijo orgullosa que “Siempre he dicho que estoy con mis niñas de pelo corto”, en clara alusión a sus fans gais.

Es un hecho que los artistas transformistas que han imitado a cantantes folclóricas siempre sintieron especial devoción por la fuerza que desprendía Jurado sobre el escenario. También por los gestos y ademanes de Lola Flores, otra estrella española que con el tiempo fue trascendiendo a la categoría de icono gay. “Los únicos que nunca van a dejar de venir a verme son mis mariquitas, que me quieren mucho, porque yo soy muy mariquita”, presumía la jerezana, una mujer adelantada a su tiempo que, por su condición de persona con parte de sangre gitana, sabía bien lo que eran la discriminación y el rechazo y, seguramente por ello, empatizó siempre con el sufrimiento de tantas personas que durante décadas sufrieron una enorme persecución y violencia. 

Lola Flores fue una de las pocas celebridades patrias que en los años de la transición, con mayor o menor atino, se atrevió a normalizar la homosexualidad en entrevistas y programas de televisión. Uno de sus mayores fans gais, Juan Díaz, apodado el Golosina, entabló amistad con ella y hasta llegó a convertirse en su confidente. En una reciente entrevista para el libro Flores para Lola (Dos Bigotes), el artista sevillano aseguró que “Los gais han idolatrado a todas las folclóricas, pero Lola era muy de calle, muy cercana. Los ayudaba a todos, y ya no solamente a nivel económico, sino también con consejos y dándoles apoyo. Si se hacía un homenaje para los gais, ella participaba. Cuando se quitaba la bata de cola, Lola tenía siempre su bata de casa y el rodete en el pelo, y nada más. Se acordaba de Lola Flores cuando sonaba el timbre para salir a escena, pero en la calle era la persona más sencilla y abierta del mundo”.

El Golosina opina igualmente que, en algún momento, La Faraona habría hecho de pregonera en el Orgullo LGTBI de Madrid, y sostiene que sus camerinos fueron "los primeros clubes gais" que existieron: “Los camerinos eran terreno seguro para los gais, tanto por parte del artista como del empresario, que los veía como publicidad para el teatro. Se vendían más entradas por los comentarios de los camerinos”. Nada especialmente sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que hablamos de mujeres sensibles, valientes y luchadoras que, aún con todas sus contradicciones, resultaron ser más modernas que algunas de las artistas que actualmente enarbolan  la bandera arcoíris cada 28 de junio.

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