Hacía casi dos años que María Jiménez no se dejaba ver en un acto público. La última vez fue en la boda religiosa de Francisco Rivera y Lourdes Montes, en julio de 2014. Este fin de semana reaparecía, en Sevilla, invitada al Salón Internacional del Caballo, que tuvo lugar en el Consulado de Italia. Lejos de su estridente, colorida, y animada presencia, apareció una María Jiménez mucho más discreta y apenas reconocible.
El cáncer de mama que le diagnosticaron en 2013, del que ya está recuperada, y haber sido abuela el pasado mes de agosto, la ha moderado en apariencia, pero sin restar ni un ápice de su humor y su arte. Los invitados al Salón del Caballo pudieron disfrutar de su desgarrada voz y su alegría.
La intérprete de ‘Se acabó’, a pesar de este cambio físico tan sorprendente, vive uno de sus mejores momentos, tras una vida cargada de desgracias, que recogió en su libro ‘Calla, canalla’. En la publicación, compartió con su público la muerte de su hija, en un accidente de tráfico, y el tumultuoso matrimonio con Pepe Sancho.
Con los años, María ha ido reduciendo voluntariamente sus conciertos y apariciones públicas y cortándose su característica melena rubia, que tiñó de pelirroja hace dos años, hasta sufrir la metamorfosis de la que ahora somos testigos. María ha guardado las plumas, los tocados y los colores y prefiere disfrutar de la discreción.